Por: Gerald Rodríguez. N
Este feliz 28 de julio, sin diferencia de los 194 que nos tocó vivir, no fue, ni lo es, un working progress, tampoco un espectáculo esperanzador y fructífero, es un espectáculo de superficialidad política, es un nudo histórico que nos está tocando vivir, su estancamiento a la que nuestros políticos nos han sometido para que el progreso sea siempre una aspiración, ya que su estatismo es y siempre será una propuesta de campaña que nunca se deberá cumplir porque de ese depende el futuro de mucho políticos, porque mientras que la democracia siga pendiendo de su final, siempre habrá algún político que venga y nos diga: “yo haré que el progreso llegue a todos”. De ahí la urgencia de sus cambios camaleónicos y tránsfugas, ya que siempre anhelan el interés por la permanencia en el poder y no para salvar al pobre de su estancia en la miseria. Sus propuestas crípticas no son más que mentiras y arrugadas palabras que insinúan cambio, sabiendo que la palabra “progreso” o “democracia” no alcanza la comprensión de sus mentes.
Que este 28 de Julio no nos haga pensar en Nietzsche y su gran frase “Dios ha muerto”, sino de cómo la patria va muriendo, agonizantemente en su últimos días, ya que la materia prima se ha de acabar, los intereses extranjeros se apoderarán de todo los que nos queda, hasta del orgullo, y quedaremos como isla colonizada, una colonia globalizada para el mundo. No hay patriotismo en alguien que piensa por su patria, quienes la defiendan, la luchan, le dan un nombre, una medalla, un premio. Sí existe patriotismo, si me levanto el sueldo cincuenta veces más que el sueldo mínimo, si tengo poder para influir, si en campaña electoral logro bailar huaino, o vestir un manto indígena, o colocarme una corona de plumas para persuadir a mis votantes. Soy más patriota si logro burlar la justicia y que otros se sacrifiquen por mí, si doy narco indultos. Seré más patriota si mantengo en el asistencialismo a los más pobres para que vuelvan a votar por mí en una próxima candidatura. Soy más patriota si me burlo de los sueños y los buenos deseos de los peruanos que quieren un mejor país para sus hijos, y lo que yo quiero es que mis hijos vivan y estudien en los países más modernos, con la educación más privilegiada y costosa, que por supuesto seré mas patriota si logro que los peruanos paguen esos caprichos, ya que aquí solo se puede educar para que sean menos creativos, menos inteligentes, para que sean más sumisos y sigan aspirando a ser más pobres.
No podemos celebrar un feliz 28 con una democracia inacabada, desviada, retorcida. Cuando los políticos giran sobre el eje de la mesocracia que llegó al poder, y que desde ahí solo sueña para más arriba, usando a los de abajo como banquito para alcanzar la cima de sus intereses políticos y económicos, sin impórtales el patriotismo, que solo esos se usa en campañas electorales, o el progreso para todos, que eso no puede ser posible más que para unos cuantos. Estas fiestas patrias se celebran con un dolor de muela que el Perú viene aguantando 194 años, y aunque nos cuesta decir, feliz 28 para los que son feliz con la patria y sus beneficios, aunque los más felices son los que no reciben más nada que la esperanza que algún día se funde una verdadera patria para todos.