Se desarrollaba el proceso electoral del 2006. En los distritos de San Juan y Belén se iba a elegir por segunda vez a las autoridades municipales por voto universal, directo y secreto. En el distrito del sur de la ciudad -donde los trovadores locales dicen que se puede ir para hacer bien el amor al son de la canción de la italiana Rafaella Carra y malicio que tienen razón por la cantidad de hostales que existen- se presentaba un abogado con el logo del aprismo y se paseaba por todos los medios haciendo gala de su buen léxico y su nula profundidad. Digamos, que a pesar de su formación, sus propuestas eran epidérmica e insustanciales. Llenas de frases de cliché y de lugares comunes. Como aquello de acabar con la pobreza, mejorar la educación, erradicar la basura, reducir los índices de corrupción y más.
Con el productor del programa que conducía en televisión, es decir con el casi celebre y enigmático Jorge Potrillo Carrillo, decidimos formular algunas preguntas concretas que requerían respuestas igual de concretas. Así que invitamos al abogado, que es conocido como chatito. Pero no era el de las grandes ideas ni había mostrado cualidades para convertirse en ganador. Basto que le preguntáramos si sabía cuántos pueblos jóvenes y/o asentamientos humanos había en el distrito de San Juan para que evidenciara su ignorancia total de la realidad de una comunidad que deseaba administrar.
Un poco alejado de la caja boba y al ver como un candidato que pretende convertirse en Presidente de la Región Loreto titubea y balbucea incoherencias solo porque un conductor le pide que demuestre como bajara el precio del balón de gas y le muestra como una persona con escasa formación he recordado el 2006 como si fuera ayer. Y no es que los candidatos sean mediocres per se o que carezcan de conocimiento. No solo eso, para ser exactos. Hay un hecho más lamentable aun.
Y es que la mayoría de postulantes han prostituido y embobado la caja boba. Solo acuden a los programas donde pagan la concesión -o en casos que suenan a surrealismo total pues algunos colegas afirman que con 20 lucas conceden entrevistas echadasas a cualquiera- y hasta financian la gigantografia que decora los espacios. Gran culpa de ello lo tenemos los periodistas que no hemos marcado diferencia con los mercachifles de la comunicación que parece ganan la batalla.
Si tan solo los candidatos vieran a los espacios mediáticos como un peldaño para llegar al poder y se prepararan para responder coherentemente estoy seguro que fueran mejores gobernantes llegado el momento. Y si tan solo los periodistas nos preparáramos para preguntar y repreguntar con cierta decencia el oficio ganaría mucho y, por ende, la población. Estamos a tiempo de convertir esta campaña en una especie de examen para los políticos que sea paso previo para que ambos mejoremos.