Expertos zoólogos, asistidos por objetos de última generación, estudian en Iquitos minuciosamente el cuerpo de las ratas. La entidad encargada de contratar a los citados profesionales es Seda-Loreto que busca descubrir el misterio de esos roedores que durante toda su vida no necesitan de agua. Aunque parezca mentira, las ratas pueden vivir sin beber el líquido elemento y sin bañarse cada día. Pueden si así lo desean prescindir de cualquier pozo o grifo o ducha. Son seres privilegiados que alegremente pueden soportar el desierto o cualquier sequía.
En un ambiente refrigerado, ubicado en el local de la empresa prestadora de la sequía que es el servicio de agua potable, los científicos sacan análisis, se tiran de los cabellos, suman y restan, se hacen bromas entre ellos y buscan denodadamente el secreto de las ratas. De tal manera que ahora se volvió vuelto un negocio la venta de ratas. El que menos suele cazar su par de ratas para venderlos a la empresa fluvial. Se sabe que en algunos sectores de la ciudad hay verdaderas fincas llenas de roedores que esperan ser vendidos en cualquier momento. Se espera que nadie se pase de listo haciendo un monopolio la cacería de las ratas caseras o de desagüe. Se espera también que el precio por cada roedor se siga manteniendo pese a la excesiva competencia. Las ratas puede ser el negocio del futuro si es que los científicos demoran en encontrar las claves de los organismos de esos roedorres privilegiados.
El estudio de las ratas sigue un objetivo preciso. No es un simple pasatiempo. La ilusión de los directivos de la empresa acuática es descubrir los órganos de las ratas para trasladarlos a los habitantes de Iquitos. Esos órganos trasplantados, que no requieren del agua para vivir, podrían ser la gran solución para el mal servicio que prestan desde hace tiempo en esta ciudad.