Esbozo de una convivencia autosustentable
Autor: Jorge Pérez Rubio
La diferencia cultural de un pueblo originario de la Amazonía con otro atañe, solamente, con la denominación que el idioma propio asigna a los mismos elementos materiales e inmateriales que sustentan la vida en relación con el bosque. Empero, la ubicación geográfica de un pueblo originario hizo posible la germinación de cualidades singulares, por ejemplo, los Kukama son mejores pescadores y diestros navegantes, conocen mejor la conducta de las especies que habitan en los ríos y cochas. Desde tiempos muy remotos ocuparon tierras bajas, entre várzeas y restingas cultivaron una promisoria cultura que hoy, después de los flagelos perpetrados por las misiones “reduccionistas” y las subsiguientes medidas homogeneizantes, pueblan comunidades vinculados con su legado cultural y se identifican con las fértiles fajas de los ríos Huallaga, Marañón, Ucayali y Amazonas. Mientras que el Pueblo Bora (uno de los pueblos que nacieron en tierra no inundable), hicieron caminar su milenaria cultura en reciprocidad con el bosque de “tierra firme”, acentuando sus prácticas sobre la generosidad de las colinas y la aquiescencia de acogedoras quebradas que en su lecho fresca y cristalina, sostienen numerosas vidas.
El esbozo conceptual de una convivencia autosustentable dentro de una organización (familiar) de raíces ancestrales, plantearé tomando como modelo el territorio familiar del sabedor bora Manuel Trigoso, septuagenario, viudo, delgado, alegre, de mirada acogedora y ágiles movimientos que muy bien podría compararse con el vigor de alguien mucho más joven, heredero del vasto saber que sus antepasados ejercieron. Vive en una maloka con características y funciones primigenias, ubicado en la entraña de una antigua purma a 300 metros de Pucaurquillo, comunidad nativa del río Ampiyacu. La familia está constituida por su hija y esposo, y cuatro nietos. Durante la noche planifican tareas para el siguiente día, teniendo en cuenta las inevitables prioridades humanas: alimentación, educación, espiritualidad y reproducción de los saberes tradicionales. Aquella primera noche de conversación percibí una gran energía que transmitió el legendario sabedor desde su enclave ceremonial, mediante aquellos hilos subliminales que la coca y el tabaco gobierna, inexorablemente, para lograr la conexión del hombre con las entidades anímicas. Pues, la renovación de la armonía en esta viva dualidad (hombre – naturaleza) ha de realizarse con la frecuencia del ocaso. El sabedor estaba sentado en el centro y nosotros a su alrededor adoptamos la dinámica de un sistema planetario: concebíamos ideas y percepciones dinámicas impulsadas por la brillantez de sus enseñanzas. Entonces, el sabedor asignaba tareas para el día siguiente no con la forma de un mandato sino con la virtud de los ejemplos referidos al rol y disciplina de la hormiga, resaltó la reciprocidad que practica el pájaro carpintero con el tucán: uno con su fuerte pico agujerea la parte alta del tronco de un árbol para que anide el tucán, al recibir la obra el tucán enseña un árbol de aguaje muerto con abundante suri, del cual se alimentará el cansado y laborioso pájaro carpintero. Alguien que estuvo sentado junto a mí, según me dijeron después que él habría de ser el próximo sucesor del sabedor Trigoso, me dijo: “Mi suegro Trigoso habla desde un nivel alto de concentración para que escuchen, también, los espíritus del monte, y contribuyan con el éxito de nuestras tareas diarias”. El sabedor disertaba sin interrupción y con la elegancia propia de una entonación ascética, cuyo lecho agradable iba llevándome a un estado de paz nunca antes percibido.
El día siguiente, antes de la salida del sol, los miembros de la familia habían iniciado sus quehaceres. Yo, el sabedor y un nieto suyo, teníamos la tarea de cosechar hoja de coca para el ritual de la siguiente noche. Después de caminar lentamente por un terreno accidentado llegamos, después de una hora, a la chacra objetivo. “Esta chacra está lista con sembrío de yuca dulce, coca, piña, maní, dale – dale, ají y tabaco, para hacer la próxima fiesta de la ‘marona’”, explicó el sabedor con profusa alegría y el brillo hospitalario de sus ojos longevos transmitía pudor y evocación del otrora mundo vernáculo exento de las perfidias y crueldades de hoy. Durante el retorno pude observar y comprobar que el territorio del sabedor estaba organizado con fecunda idoneidad: las purmas antiguas proveen de especies, medicina y madera; las purmas jóvenes dan frutas de pijuayo, humarí, uvilla, cítricos, caimito y otros; las quebradas cercanas que divide una colina con otra disponen de peces para la alimentación de la familia (niños y jóvenes pescan después de salir del colegio y preparan sus alimentos mientras sus padres tardan en llegar de la chacra).
Y el bosque virgen está comprendido dentro de una latitud social de indispensable vitalidad, es el patrimonio de la familia, es la primera representación del padre creador (funciona perfectamente) y el principal aliado del esfuerzo por un bienestar duradero. La familia del sabedor Trigoso no admira suntuariamente la cultura urbana, sino reconoce sus peligros y se apropia de su principal bondad: la Educación Intercultural Bilingüe. La articulación con el mercado está basada en el expendio de productos hortícolas, artesanías y medicina tradicional. La “pobreza” aún no ha llegado al territorio del sabedor bora, posponiendo la lógica utilitarista en su caracterización. Ellos se alimentan adecuadamente (derivados tradicionales de yuca, frutas frescas, pescado y carne, tubérculos varios, arroz, sal y azúcar provienen del mercado) y acceden al centro de salud cuando las enfermedades provienen de afuera). Usan trampas para cazar y pescar. No hay televisor en este pequeño régimen, se informan a través de la corriente de voces de amigos y autoridades que llegan al lugar.
Empero, la fertilidad del espacio social y cultural de una familia arraigado sabiamente a los conocimientos propios y consciente de defender una situación de contrapeso para escapar de la pobreza existente en su alrededor, habría de servir para encontrar un verdadero modelo de comunidad autosustentable. El escenario existe, para ver su contextura se necesita una mirada y lógica amazónica.