Las personas que lucen más jóvenes mantienen unas rutinas diarias saludables que les permiten disfrutar de un rostro, un físico y una salud realmente envidiable. Un grupo de expertos en salud y alimentación han recogido algunas de las costumbres que deberías dejar de hacer desde ya si no quieres parecer mucho mayor de lo que en realidad eres. Cambia tus hábitos y revierte el acelerado proceso de envejecimiento al que tú mismo te has sometido.
-No consumes grasas. Un poco de grasa es necesaria para mantener una apariencia joven, asegura la nutricionista Franci Cohen. Los ácidos grasos omega-3 son saludably se encuentran en los pescados grasos (como el salmón y la caballa) y algunos frutos secos (como las nueces y las semillas de lino) y ayudan a mantener la piel flexible y robusta, evitando las arrugas.
-Bebes con pajita. Sorber el líquido a través de una pajita aumenta la aparición prematura de arrugas en el contorno de la boca y ojos. Lo mismo ocurre con el cigarrillo. Lo mejor es beber directo del vaso.
-Duermes con almohada. Estás aniquilando tu rostro juvenil, dormir boca abajo o de lado con la cara aplastada contra la almohada puede crear arrugas y acelerar el envejecimiento. La mejor postura para dormir y mantenernos jóvenes, frescos y descansados es haciéndolo boca arriba.
-Malas posturas. El estar sentados durante muchas horas ligeramente inclinados hacia el teclado, se traduce en que nuestra columna vertebral termine por adoptar esa incómoda y poco atractiva curvatura. Estos daños se traducen en dolor y fatiga y, a menudo, la degeneración espinal se convierte en una deformidad permanente. Se recomienda estar pendiente de la postura que mantenemos a lo largo del día procurando que la oreja, el hombro y la cadera formen una línea recta mientras estamos sentados.
-Protector solar sólo en vacaciones. La causa principal del envejecimiento prematuro de nuestros rostros no es otra que la exposición inadecuada a los rayos ultravioletas. Los dermatólogos recomiendan utilizar cremas con protección solar de entre 30 y 50 durante todo el año.
-Abusas de la calefacción. Al subir el termostato acabamos con la humedad del aire, lo que puede conducir a que se nos reseque la piel, surja picazón y nos la descamemos al rascarnos, lo que, con el paso del tiempo, se traduce en una piel más arrugada y envejecida.
-No te privas del postre. Las moléculas de azúcar se unen a las fibras de proteínas de nuestras células lo que puede traducirse en una pérdida de luminosidad en el rostro, la aparición de círculos oscuros debajo de los ojos, pérdida del color natural de nuestro tono de piel, hinchazón, aumento de líneas finas, pliegues y arrugas, pérdida de los contornos faciales y aumento de tamaño de los poros.
-Vida sedentaria. Por cada hora de sedentarismo reduces tu esperanza de vida en 22 minutos. Al menos así lo demostró un estudio publicado en ‘The British Journal of Sports Medicine’. Lo recomendable es levantarse cada 30 minutos.
-Duermes poco. No dormir al menos siete horas cada noche no sólo se traduce en ojeras, bolsas y cara de cansancio, además está relacionado con vivir menos años y un empeoramiento en nuestras capacidades motrices y mentales.
-Vida desorganizada. Una vida estresante y agitada puede resultar agotadora para cualquier cuerpo, por mucho ejercicio y dieta sana que lleve. “La gente piensa que ser una persona multitarea es bueno, pero en realidad no conseguir acabar nunca las tareas pendientes genera más tensión”, asegura Casciari, y no es el único: diversos estudios han demostrado que los factores desencadenantes del estrés crónico como la liberación de radicales libres o la inestabilidad de las moléculas, dañan las células y son responsables del envejecimiento.