
Conocí a Gilma C. Arévalo Bartra (Morales, 1957) en Barcelona en una actividad promovida por la Asociación Cultural Iberoamericana Scorza de la cual es activa integrante. Gilma radica fuera de la Amazonía desde hace trece años. Ha publicado el poemario “A la luz de la luna”. El 7 de julio de 2018 presentará “Hablando con Sofía” en la ciudad condal. Le hemos enviado unas preguntas y ella ha tenido la amabilidad de responderlas:
¿En qué medida la floresta ha marcado en tu obra y cómo así te ha despertado el afán y búsqueda genealógica por tus ancestros?
La floresta es el fascinante espacio que me permitió descubrir la cautivadora y mágica belleza de la naturaleza. Esta fue testigo de mis primeros pasos, de mis más jocosas horas, también de algunas agonías. Recorriendo sus parajes aprendí a amar las diversas formas de vida y valorar la creación en su conjunto. El aroma del bosque impregnado de lluvia acaricia desde siempre mis sentidos, el sereno despertar de sus amaneceres ha dejado su huella imperecedera en mi alma que, se encandila ante el sensual recuerdo de un melancólico atardecer, mientras las altas cumbres se adormilan resignadas, seguras de que pronto volverán a ser testigos de la belleza de sus parajes. La floresta es el hogar donde habita mi alma, desde donde se proyecta al mundo ataviado de gratitud.
Desde pequeña sentí la irresistible necesidad de relacionarme con las personas. Mientras fui menor de edad, solo me contactaba con mi familia paterna y con unos cuantos de la materna. A medida que iba creciendo mi interés también crecía y así comencé a investigar sobre mi árbol genealógico. En la edad adulta, plena de alborozo tomo conciencia que mi familia materna era amplia y la gran mayoría de ellos eran también sanmartinenses por tanto estaban allí mismo y podía acceder a ellos. Así es como, combinando el trabajo, la crianza de mi hijo y mi propia vida, mi acercamiento a mi familia materna se fortalecía. ¿Qué me guiaba? Dos realidades: mi innato afán de relacionarme con las personas, que ya comenté antes y una carencia. No tuve la dicha de conocer a mis abuelos maternos y me habría gustado poder interactuar con ellos. Este vacío afectivo me lleva a buscar a ese grupo familiar aparentemente perdido, tal vez como una forma de compensarme y es gracias a un pariente con quien comparto esta afición y, viviendo ya en España, que descubro que en la red tenemos una fuente de información extensa. Este medio es el que me permitiría escribir mi historia familiar hasta seis generaciones anteriores a la mía y, a la fecha aún sigo hurgando en las generaciones jóvenes.
Algunos señalan que en la diáspora solo queda la patria de la escritura ¿De qué manera el exilio ha contribuido con tu literatura?
Dejar la tierra, la familia, los amigos de siempre, los parajes queridos, sin poder evitarlo, abren grietas que se niegan a cerrarse. Navegando entre los hilos gélidos de la distancia, el alma llora, los sentidos se sobrecogen y en un intento de vibrar alto, se refugia en el arte y sus diversas formas. Desde su singular ubicación, plasma sus creaciones nutridas de las más diversas emociones. Yo, embebida de añoranza, repaso el camino andado y arropada de cálidas imágenes me entrego sin remilgos a esta mi pasión sublime por la literatura y en sus frescos remansos se regocijan mis sentidos mientras escribe su mensaje que intenta siempre fluir bañado ataviado de luz.
¿Es fácil escribir desde la distancia?
La distancia es una extraña e inagotable cantera que provee de las más increíbles herramientas a la hora de crear. Ella puede hacer que las almas entreguen sus más preciadas semillas y a veces también las más sombrías. Para mí, desde hace ya muchos años, es la diligente compañera que entre silencios hondos me induce a escribir.
Con todos sus problemas y posibilidades ¿Cómo imaginas la Amazonía en los próximos años?
Yo soy optimista y mi optimismo me lleva a mirar la Amazonia como un armonioso conjunto de prósperas poblaciones rodeadas de exuberante vegetación, donde el ser humano y el bosque se protegen y se ofrendan sus mejores frutos.