TURBACIÓN DE MANATÍES de Miguel Donayre Pinedo.

Uno se queda vacilando entre la conmoción y el asombro tras la lectura de Turbación de Manatíes. Conmocionado por el universo que consigue crear la relación del narrador protagonista con Lima, con la Amazonía peruana y con la idea del ser peruano en el mundo. Marcado por una intensa preocupación sobre la memoria, emerge de su entramado un sentimiento y una necesidad por develar y analizar los sucesos que marcaron al país en los años de la guerra interna y su relación psicológica con los acontecimientos engendrados por la explotación cauchera. Tan fuerte es esa relación que consigue sacudir el ánimo del lector. Es lo que a mí me ha ocurrido tras la lectura de sus más de 170 apretadas páginas, nutridas de verdad y belleza.

Se podría decir, en este caso, que el personaje narrador no es un recurso del creador de ficciones. Se podría decir que es un hombre de carne y hueso; un amazónico de clase media, abúlico y conformista, convertido en un cuestionador de la historia. No es un ser que sólo existe en la imaginación, no es una entelequia literaria. Ese provinciano, que sin renegar de su tierra se ha ido a Lima para proseguir estudios de derecho sin verdadera convicción, existe. Y existe en Lima por millones. Y ahí, en las pensiones de Lima, en los patios de las universidades, en las calles, al protagonista de esta Turbación le estalla el mundo y la aparente tranquilidad en la que había vivido hasta entonces.

Tal es la impregnación de la verdad en esta palabra que el libro resulta cuajado en un contundente retrato de ese estudiante cuya infancia la vivió en la pachanguera capital de la Amazonía peruana, aunque no nombrada, aunque encubierta en una perífrasis, fundida dentro del caldo de la violencia que vivió el país. En su perfecta arquitectura se expresa la conmoción ante el descubrimiento de la vida en las pensiones clasemedieras, y el espanto ante un acontecimiento desgraciado, personal y colectivo. Ese fenómeno que los personajes viven día a día le lleva al protagonista a evocar los estragos de la explotación cauchera y cómo y por qué dicho fenómeno no fue abordado por los intelectuales amazónicos de entonces. En esa confluencia se imbrican los mecanismos del olvido. Ahí la imperiosa necesidad del trabajo de la memoria individual y colectiva, anhelo que nutre las páginas de Turbación.

Estamos ante un ejercicio de autoanálisis, así como de los mecanismos -“la desmesura de la pachanga”- para olvidarse de la violencia. Ya se sabe que la literatura que trabaja la memoria es de complicada factura y que acometerla exige algo más que escuchar los recuerdos e ir consignándolos. Por eso mismo, toda verdadera recreación de la memoria se sustenta en su posibilidad de reinvención. Tal es el caso de la obra de tantos narradores que se embarcaron tras las huellas de Marcel Proust y su magistral En busca del tiempo perdido. Pero en la obra de Donayre Pinedo lo que la vuelve realmente trascendente es su apuesta por la peligrosa cantera del acto político. Lo suyo está más cerca de la propuesta de un Vargas Llosa en su ejemplar El pez en el agua. Como en ese caso, también el trabajo de Donayre Pinedo acude a las metáforas del mundo acuático: manatíes, tahuampas, cochas, etc.

Mienten o están mal informados quienes han sostenido la inexistencia de una literatura amazónica y de amazónicos a propósito de lo que fue el terrorismo. Esta entrega de Miguel Donayre Pinedo es una prueba contundente. Sin duda la mejor en los últimos años porque no necesita encubrirse de periodismo, porque es esencialmente memoria vivida y literatura pasada por la masa orgánica de la existencia. Apremiante y luminosa, la novela nos asombra por el manejo de las formas polifónicas para dar cuenta del desconcierto, la violencia y el horror de quienes vivieron esos dramas en la Amazonía y optaron por el silencio, el desvío, la indiferencia.

El entroncamiento del drama cauchero con el drama de la violencia terrorista es la verdadera madre del cordero. Asombra esta novela además por otras razones. La estrategia narrativa, por ejemplo, no entra por la puerta del escándalo ni por las grandes vociferaciones contra los padres. Apuesta, inicialmente, por un testimonio de tono bajo, casi íntimo, de los afectos familiares, para evolucionar hacia la recreación de su vida amazónica, y luego su tránsito por Lima como un estudiante de derecho en una universidad privada, “jarvartín”, dice; un provinciano residente en la pensión de la Señora Inés, ubicada no lejos de la casa de los herederos de uno de los responsables del desangre amazónico durante el período cauchero. Desde ahí emergen las voces corales de los provincianos que viven en esa pensión. Desde ahí emergen las experiencias de las víctimas del terror. Desde ahí se pinta el mundo. Desde ahí se denuncia la mediocridad de esas universidades. Poco a poco el lector terminará por darse cuenta que la voz del narrador, en realidad, se desplaza por el mundo. Unas veces está en el lar natal, otras en Lima, no pocas veces en Madrid, Valladolid y Trujillo, hasta que le encontramos en una playa de  Italia, en los preparativos de un congreso sobre literatura. Desde ahí ha ido evocando algunos de los mitos y leyendas amazónicos para reciclarlos e inscribirlos en su más asombrosa modernidad. Desde ahí ha recreado su vida y la de sus amigos, singularmente la de Juan, acusado de “terruco” y por lo mismo masacrado por los excesos policiales. Juan ha frecuentado con afanes literarios los círculos clandestinos de la disidencia y por eso ha sido capturado, torturado y dado por desaparecido. El lector asiste y se implica en los esfuerzos del flamante abogado narrador para ubicarlo en prisiones y hospitales. Así llega al descubrimiento de la verdad.

Las reflexiones sobre la violencia de la sociedad peruana es el hilo más conmovedor de esta espléndida y sorprendente narración, hasta ahora poco conocida. Un libro asombroso y conmovedor. ¿Cómo hay que considerarlo? Ya dije, tiene como una de las marcas más visibles las características de la autobiografía, no por eso hay que olvidar que toda verdadera memoria literaria trabaja al filo mismo de la ficción. Tal es su caso. Es también, insisto, un análisis del olvido por parte de los intelectuales regionales y nacionales de la violencia de fines del siglo diecinueve y primeras décadas del siglo veinte. Y en ese recorrido, el libro contiene páginas memorables. Imposible soltarla, porque está escrita con frases de una densidad fulminante, repletas de detalles explosivos.

La matonería peruana al desnudo. Al desnudo la abulia de un mundo que en su aparente dulzura termina por cuajar en un retrato de la psicología del hombre amazónico. Al desnudo el proceso de adaptación del narrador al mundillo de las universidades privadas en Lima. Al desnudo el puente entre la masacre de la población amazónica durante el período del caucho y las más recientes masacres realizadas en el Perú, no sólo por el terrorismo senderista, también por los excesos policiales. La matonería al desnudo.

Y precisamente porque la memoria a menudo adorna y nos turba, Donayre Pinedo consigue con su Turbación de Manatíes sacarnos de la duda histórica para introducirnos en la verdad estética y en la imprecisa ética de nuestra vida pasada.

Jorge Nájar

París, mayo del 2016.

Jorge Nájar (Pucallpa, 1946). Ha sido ganador del Premio Copé de Oro 1984 con su libroFinibus terrae. En 2001, con Canto ciego, ganó el Premio Juan Rulfo de Poesía convocado por Radio Francia Internacional. En narrativa ha publicado: Penúltima Odisea y otras ficciones, Ediciones San Marcos, Lima, 2007. Vallejo y la célula non plus ultra, Ediciones Altazor, Lima, 2010. El Alucinado, Editorial Summa, Lima, 2013. El Árbol de Sodoma, redición Editorial Summa, Lima, 2014. Reside en París. Jorge Nájar (Pucallpa, 1946). Ha sido ganador del Premio Copé de Oro 1984 con su libro Finibus terrae. En 2001, con Canto ciego, ganó el Premio Juan Rulfo de Poesía convocado por Radio Francia Internacional. En narrativa ha publicado: Penúltima Odisea y otras ficciones, Ediciones San Marcos, Lima, 2007. Vallejo y la célula non plus ultra, Ediciones Altazor, Lima, 2010. El Alucinado, Editorial Summa, Lima, 2013. El Árbol de Sodoma, redición Editorial Summa, Lima, 2014. Reside en París. Jorge Nájar (Pucallpa, 1946). Ha sido ganador del Premio Copé de Oro 1984 con su libro Finibus terrae. En 2001, con Canto ciego, ganó el Premio Juan Rulfo de Poesía convocado por Radio Francia Internacional. En narrativa ha publicado: Penúltima Odisea y otras ficciones, Ediciones San Marcos, Lima, 2007. Vallejo y la célula non plus ultra, Ediciones Altazor, Lima, 2010. El Alucinado, Editorial Summa, Lima, 2013. El Árbol de Sodoma, redición Editorial Summa, Lima, 2014. Reside en París.