Ya está la misma prensa mostrando su orgullo porque “el video de la asturiana divagando” sobrepasa el medio millón de espectadores, en una relación inversamente proporcional a la antípoda de cualquier trabajo periodístico.
La serie sobre la vida de Luis Miguel, el divo mexicano que hoy aparece en los diarios del mundo no por sus conciertos sino por la tragedia que desde niño le tocó vivir, no se limita a la edición dominical en Netflix y Telemundo. No por gusto los reyes del marketing han decidido que sólo una vez por semana tengamos la posibilidad de enterarnos de los dramas continuos del cantante. Uno de ellos es sobre su madre. Que, como comprenderán vende y vende. De eso se trata la vida ¿no? De vender y vender.
En esta vorágine de las ventas a los marketeros se les ha pasado la mano. Apoyados por los medios –que forman parte del conglomerado Netflix y Telemundo, seguramente- han “querido” encontrar a la madre de Luis Miguel en una de las calles de Buenos Aires, Argentina. Y, ¡oh sorpresa! se han dado con la evidencia que la señora Honorina Montes no es Marcela Basteri. Pero ya las ventas subieron y los espectadores aumentaron. Todo en nombre de la madre. Y la historia pasa la frontera del periodismo y no se puede limitar a una “equivocación”. No.
Honorina, sin ningún tipo de comprobación preliminar, fue presentada como “la supuesta madre de Luis Miguel” al encontrarla en Buenos Aires, 24 años después que fuese “enterrada” en San Julián de Bimenes, un pueblito asturiano de 300 habitantes. Después de dos años de desaparecida la familia convocó al párroco para oficiar una misa e iniciar el luto de Nori, así la llamaban familiares y amigos. Antes un policía había seguido su rastro de Madrid hasta Toledo pero al perderla de vista y por el tiempo transcurrido creyeron que sólo podía estar muerta. Hasta que la serie “la revivió”.
Un pelotón –nunca más apropiado el término- de paparazzis chilenos y argentinos encontró a Honorina y la “confundió” con Basteri y publicaron crónicas con fotos de la quien sería “la madre de Luis Miguel”, desaparecida misteriosamente en 1986. Como toda “buena” campaña mediática basada en la mentira y las suposiciones, los programas de farándula lanzaron a sus reporteros a la calle para comprobar si “la madre” de Luis Miguel era realmente la madre de Luis Miguel. Parece trabalengua y una versión moderna de aquella frase tan antigua como la humanidad “qué es primero, el huevo o la gallina”. Si los paparazzis y sus teóricos pensarían un poquito en su propia madre seguro que no hubieran comenzado por el final. Fácil era comprobar que Basteri no era Honorina. Pero ya la suposición fue lanzada y lo demás es sólo parte del espectáculo. La madre es lo de menos. Ya está la misma prensa mostrando su orgullo porque “el video de la asturiana divagando” sobrepasa el medio millón de espectadores, en una relación inversamente proporcional a la antípoda de cualquier trabajo periodístico.
La frase que más me he grabado de este hecho es: “La invención disfrazada de historia verosímil encandiló a los fans del cantante durante días”. Es decir, los consumidores de siempre. Ha sido la propia Honorina quien con algunas expresiones de bable les ha puesto en su sitio a los periodistas: “No soy la madre de nadie. Id a Bimemes, a Tuenes y preguntad”. Una joven de Gijón, quien tiene como ídolo a Luis Miguel, tomó la petición y con algunos contactos encontró el pueblo originario de Honorina. Rubén, su hermano, ha quedado sorprendido con el hallazgo y como la “muerte” fue asimilada y la herida es menos dolorosa, no quiere contar la historia a su madre, una señora de 84 años con síntomas incipientes de demencia. Para defender su posición señala que no quiere que su madre tenga que dar por muerta a su hermana dos veces en una misma vida. Los paparazzis “inventaron” el hallazgo de la madre de Luis Miguel por una cuestión de marketing que, como sabemos, la mayoría de veces está alejada de toda humanidad. Mientras que Rubén quiere mantener en secreto dicho hallazgo para evitar que su madre sufra dos veces por el mismo dolor de perder a la hija, quien al parecer ha heredado la demencia de quien la trajo al mundo. Todo ello en nombre de una madre que abandonó a su hijo cuando éste era aún un niño en la víspera de la adolescencia y que no sería más que una estadística sino fuera porque el abandonado alcanzó una fama que no compatibiliza con el dolor producido. Los paparazzis piensan en la noticia que mañana será desmentida y dudo que tengan la humana intención de contribuir a que Luis Miguel vuelva a ver a su madre, mientras que Rubén piensa en su madre y hermana e impide a su manera que ambas sufran más, aún en la demencia que padecen. En este día de la madre temo que sobren paparazzis y falten seres humanos.