En un emotivo acto cargado de dolor y determinación, los familiares de las víctimas de la tragedia ocurrida durante la protesta del 9 de enero se congregaron en el bypass de la salida a Cusco, en Juliaca, Puno. Entre lágrimas, recuerdos y esperanza, colocaron imágenes de los fallecidos y compartieron una olla común bajo el puente.
Este encuentro marcó el segundo día de protesta contra el gobierno central en su incansable búsqueda de justicia.
El clamor de los integrantes de la Asociación de las Víctimas y Mártires del 09 de Enero es claro: a más de seis meses de la masacre que cobró la vida de 18 personas, presuntamente perpetrada por la Policía de Juliaca, exigen que se haga justicia y la renuncia de la presidenta de la República, Dina Boluarte, a quien responsabilizan por la pérdida de sus seres queridos.
Con el propósito de obtener respuestas y transparencia, los manifestantes también hacen un llamado a las autoridades correspondientes para que se investigue exhaustivamente lo sucedido y se sancione a los responsables de lo que consideran una represión violenta que conmovió a Juliaca.
Rumbo a Lima: En busca de justicia
Los ánimos de los familiares no flaquean. Con una decisión inquebrantable, más de 30 de ellos se preparan para viajar a la capital del país este 24 de julio. Seguirán buscando justicia y exigirán la convocatoria a nuevas elecciones generales.
«Nuestro deber es alzar la voz, es ahora o nunca para evitar repetir la historia de La Cantuta. No esperaremos más de 30 años como en protestas anteriores. Señora presidenta, le pedimos que renuncie y se marche junto con la plaga del Congreso de la República», expresaron los familiares, convencidos de que, mientras Boluarte permanezca en el cargo, la justicia continuará en deuda.
Una demanda por la verdad
Además de la renuncia de la presidenta, los familiares exigen el traslado de las carpetas fiscales a las regiones donde ocurrieron los asesinatos. Esta petición se fundamenta en la necesidad de garantizar una investigación transparente y justa de los hechos, pues hasta ahora, consideran que la justicia no ha sido asegurada.
Este doloroso episodio marcó a Juliaca y ha resonado en todo el país. La incertidumbre, la búsqueda de verdad y la lucha por la justicia son el núcleo de una comunidad que anhela respuestas y espera que, a través de la movilización y la unidad, logren conseguir lo que tanto anhelan: justicia para los caídos y consuelo para los corazones rotos.
Si bien la memoria y el dolor no desaparecerán, la esperanza de un mañana más justo y seguro sigue viva en los corazones de aquellos que, con fuerza y unidad, buscan respuestas y verdad.
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