ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
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La periodista colombiana Diana Calderon escribe en El país, diario español que llega en su edición impresa al Perú a través del Grupo “La República”, unas palabras universales: “La frase la leí a comienzos de año en una entrevista de Gerardo Caballero al consultor argentino Mario Riorda, quien además advertía sobre los riesgos de electorizar la comunicación gubernamental y creer que las redes sociales son predictores de la opinión pública. Esa frase, casi una sentencia, es la más válida para empezar 2016 en Colombia y convertirla en un mantra pues los retos de una paz que se espera firmar en algo menos de 75 días con la guerrilla de las FARC en La Habana, imponen al presidente Juan Manuel Santos el mayor de los desafíos: el consenso.”
Digo palabras universales porque, para bien o para mal, todo ello no solo se da en Colombia sino en todas partes del mundo. En los pueblos chicos y grandes. Aunque sea utilizando un neologismo aquello de “electorizar la comunicación gubernamental” se da en Iquitos y hay quienes creen que tratando de disfrazar aquello van a lograr mejores resultados. La mejor muestra de su ineficiencia es el nivel de aprobación que tiene el gobernador Fernando Meléndez. Tanto los estudios de aprobación de gestión como aquello de “radiobemba” –que tanto se usaba en los primeros días de la revolución cubana- demuestra que quien ingresó con la promesa de practicar una política de corazón no sólo ha implementado un sistema mediocre de gobierno sino que en cada discurso que pronuncia dice más mentiras que verdades. No sólo atribuyéndose proyectos que no le pertenecen sino dando una imagen de irresponsabilidad que ha llegado al poder para “emborracharse”, tal como ha quedado demostrado en el último video emitido el fin de semana en la televisión local.
La gestión de Meléndez ha electorizado la comunicación gubernamental para perjuicio de su propia administración y, de colofón, de todo lo que tenga que ver con sus tentáculos de poder. Paga a personajes para que insulten a sus adversarios nuevos y antiguos, gestiona para que esos mismos receptores de la publicidad estatal –como si fuera parte de un combo mediático pestilente- realicen campaña en favor de su hermano Jorge Meléndez Celis que se las ha ingeniado para colocarse en la primera fila de una agrupación que podría terminar en la cola de las estadísticas, tal como ya sucedió con Luis Castañeda.
Y no va a cambiar en los tres años que le queda de gestión. Porque no sólo hacen esto con un empirismo mediocre sino que han hecho de la ignorancia un estilo de gobierno que luego de cuatro años vamos a lamentar todos los loretanos, incluso aquellos que hoy le lanzan elogios por unos cuantos billetes.
LLAMADA La gestión de Meléndez ha electorizado la comunicación gubernamental para perjuicio de su propia administración y, de colofón, de todo lo que tenga que ver con sus tentáculos de poder.