ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
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“Alguien tiene que haber votado en el 2016 por Donayre, Becerril o Vieira y ahora quiere hacerse el loco”, escribe Mario Ghibellini en la revista “Somos” el sábado. Se refiere a Edwin Donayre. Los loretanos podemos cambiar el nombre del general por el de Patricia y la situación se explica solita. Ghibellini recuerda los votos preferenciales que obtuvieron los que defendían a la hoy “abucheada” Fuerza Popular.
En Loreto, Keiko Fujimori, obtuvo el 40 por ciento de votos para el Parlamento. Gracias a ese “arrastre” y a una ley absurda, de los cuatro cupos que tiene la región, tres postulantes del fujimorismo ocuparon un escaño. ¿Cómo ese porcentaje en las urnas se convirtió en 75 por ciento en el hemiciclo? ¿Si somos una democracia representativa de ninguna manera los tres fujimoristas representaban la voluntad de los electores?
“Lo que pretendemos poner en evidencia con estos números es que no solamente alguien votó por ellos en el 2016 (con las consecuencias que conocemos), sino que ahora, confundido entre los que marchan y lanzan vituperios indignados en las redes contra la morralla disuelta, ese alguien quiere hacerse el loco”. Copio tal cual la frase de Ghibellini porque sirve para Loreto. Para todas las regiones del país, seguro. Porque detrás de una candidatura están los mismos de siempre. Aquellos que aplauden sin importar el color que agiten. En este tiempo de redes sociales es fácil detectarlos. Se podría hasta desenmascararlos. Pero de nada servirá porque se retroalimentan. Los candidatos necesitan de ellos. Y ellos necesitan de los candidatos.
En este mundo de locos es bueno recordar algunas cifras. Varios se van a dar contra la pared en estas elecciones. Como se dieron hace un par de décadas. El año 2000 el fujimorismo estaba luchando por su permanencia en el poder. Según los datos tuvieron 42 por ciento de los votos para el Congreso. Luego de la disolución en las elecciones siguientes, tan solo un año después, tuvieron 0.5 por ciento. Ni siquiera 2 mil votos. SI estuvieron representados en el Congreso del 2001-2006 fue porque a nivel nacional quedaron en quinto lugar con el 9 por ciento de los votos.
Quince años después, apelando al histórico olvido de los electores, el fujimorismo presentó “nuevos” rostros. En Loreto tuvieron 40 por ciento y permitió el ingreso de tres parlamentarios. Patricia Donayre Pasquel con 26,543 fue la más votada. Nadie pensaría que aquella letrada que años anteriores despotricaba del fujimorismo se convertiría en la más férrea defensora de la heredera política de Alberto Fujimori. Donayre decía que Keiko había democratizado el partido y que le había prometido que llegada a la Presidencia se ocuparía de mejorar la condición de vida de los peruanos. Todos sabíamos que el discurso de Donayre era falso. Pero hubo quienes le acompañaron en esa farsa. Los medios que poseía de la noche a la mañana cambiaron de color. Reemplazaron los spots contra Fujimori para mostrar un proselitismo naranja que sorprendió hasta a los fujimoristas loretanos. Juan Carlos Del Aguila con los 15,784 votos que obtuvo ya estaba sentado en su curul. Meses antes de las elecciones todavía no se restablecía de su enésimo intento por volver a ganar una elección. Quiso reelegirse como alcalde, intentó convertirse en Vicepresidente de Loreto, volvió a ser candidato a la alcaldía y nada. Hasta que apareció en la lista fujimorista y con ello la conversión mediática. Los que se pasaron años de años expresando su rechazo al fujimorismo al ver al “Buenazo” como candidato del diablo le vieron como el ángel salvador. Ya sabemos que hizo y no hizo en el Congreso. Tamar Arimborgo Guerra con sus 10,499 votos fue la tercera elegida. Es muy difícil establecer si los votos logrados fueron de gente que la conocía. Lo que sí se puede concluir es que Loreto con ella no estaba representada. Tanto así que después de la disolución del Congreso ha vuelto a su realidad, de la que sólo salió por el voto popular.
El cuatro legislador elegido el 2016 fue Jorge Meléndez Celis con 18,972 votos. Su aparición en la escena política loretana fue de la mano de su hermano Fernando Meléndez Celis, en ese entonces gobernador de Loreto. Integró la lista de PPK por una alianza con el MIL y su elección fue una mezcla de generación espontánea y uso de recursos públicos para la logística necesaria que todo postulante necesita. Los que antes evidenciaban el uso de recursos del Estado en campañas electorales se encargaban de minimizar esos hechos. En Yurimaguas, donde consiguió la mayor cantidad de votos, ese uso fue minimizado con el uso de los mismos recursos en un círculo vicioso que hoy -desde el gobierno regional- los que se quejaban de esa situación, tratan de repetirla. Ya el Congreso, Meléndez sorprendió con cierta habilidad para sostenerse muy cerca al poder, sea con PPK o con Vizcarra. Ahora está ausente del proceso hasta nuevo aviso.
Este proceso que llevará a elegir a cuatro nuevos congresistas es atípico. Sólo se elegirá parlamentarios y no habrá un líder nacional que con su candidatura presidencial sirva de arrastre en las regiones. Pero la forma cómo se eligieron a los postulantes, la manera cómo muchos de ellos han logrado el número en las listas, lleva a pensar que será más de lo mismo. Lo más lógico sería que -como el 2001- el fujimorismo tenga menos del uno por ciento y aparezcan elegidos políticos que, sin ser diferentes a sus antecesores, refresquen un poco este ambiente tan irrespirable de la política nacional y regional.