EL VIERNES GRANDE
En el imaginario cervecero, cachacero, pisquero, paraparecero, de las gentes de estos tambos y campos, de estas pampas y aguajales, de estos galpones y gallineros, el viernes no es un día cualquiera. Ni es santo. Es una estación esperada durante los otros días de la semana no como sede del descanso luego de la labor, si es que se trabaja. Es una anticipación de la fiesta del gaznate, del uso y abuso de la copa o del vaso o de la botella. El nombre verdadero del viernes es “sábado chico” y si hay ocasión la borrachera le consume. El bar es así el lugar más concurrido de esta ciudadela de marras. Pero no siempre es así ni asá. Este viernes, por ejemplo, Tierra Nueva volverá a las andadas.
Este “sábado chico” será más grande que de costumbre porque se abrirá la programación con un libro de veras importante cuyo nombre es Un río interminable de palabras. El mismo es una reunión de ponencias sobre autores amazónicos realizada en uno de los ambientes del Congreso peruano. Las disertaciones están lejos de esas pobrezas “críticas” hechas sin rigor y que se basan en nombres, en fechas, en superficialidades que no sirven para nada. Y, también, están lejos de esa especie de corrupción nazi de mencionar nombres de la collera o del pequeño grupo de partidarios que se esconden detrás de una supuesta escritura popular. Cada autor ha trabajado con rigor y la lectura puede hacer comprender mejor el proceso de nuestras letras.
En esta pequeña isla, en un día equívoco, nada mejor que esos trabajos sobre nuestros autores. Luego vendrán otras presentaciones ya mencionadas en este diario, dentro de los cuales figura el catálogo del pintor Gino Ceccarelli, el libro de José María Salcedo Las tumbas de Uchuracay y la obra Selva dorada. Para nosotros que no creemos en sábados pequeños para nombrar a los viernes creemos que cada fin de semana debería ser así, enteramente cultural, en una ciudad que ya supera el medio millón de habitantes.