En la esquina de las calles San Martín con Huallaga un hombre de edad madura, con un mechón blanco entre los cabellos y un aspecto de abandono existencial, ubicó su puesto de libros viejos y remendados, de ejemplares vetustos y con remiendos. Todas las mañanas abre su negocio que también consiste en la compra de obras de otros tiempos y que han sido afectados por los cambios climáticos. Entre los libros que ofrece dicho vendedor ambulante se encuentran los ejemplares enviados por el ministerio educativo y que nunca entregó por descuido, abulia o simple pereza.
El vendedor ambulante de dicha calle se llama Javier Yglesias y hace tiempo fue director educativo regional donde lo único bueno que hacía era celebrar llegadas y despedidas con ritmo de orquestas típicas. Todo le iba bien hasta que metió la pata al no pagar a una docente y le despidieron por no acatar una disposición judicial. Como no quería regresar a las aulas ni desempeñarse en un puesto burocrático en la frontera, decidió dedicarse al comercio de los ejemplares viejos que había acumulado a lo largo y ancho de su gestión. Esos libros nunca fueron entregados a los estudiantes de ambos sexos y estuvieron guardados en lugares equívocos, llenos de insectos y propensos a soportar todas las lluvias posibles. Fue así como el señor Javier Yglesias logró sobrevivir en el ostracismo, sin arrepentirse de nada, ni siquiera de sus errores durante su pasada gestión.
En el presente su negocio callejero y esquinero es floreciente, ya que se ha convertido en el mayor proveedor de libros viejos y remendados de toda la región Loreto. En un intento de expandir la venta de esas obras vetustas, de esos ejemplares calamitosos, don Javier Yglesias tiene pensado abrir sucursales en todos los distritos y centros poblados de la Amazonía del Perú.