Después que renunció a su alto cargo, el señor Francisco Petrozzi se dedicó a buscar auspiciadores y generosos aportantes para adquirir una radio. Anduvo de un lado a otro, se entrevistó con este o con aquel, buscó por aquí y por allá, entró y salió de varias oficinas, escuchó y pronunció palabras de aliento para su ardua empresa y, finalmente, consiguió poner una emisora latente y campante dirigido por él mismo. Como si fuera periodista, como si hubiera estudiado durante años para ser un decoroso comunicador social, se puso al frente de todos los programas y así consiguió decir lo que quería que los demás dijeran. Cuando se cansó contrató a ciertos periodistas y luego diariamente les digitaba y obligada a hacer y decir lo que él quería. Los periodistas protestaron y renunciaron dejando abandonado al señor Petrozzi. Este cerró entonces la radio y viajó a Iquitos, buscando poner otra emisora.
En esa ciudad el citado se mostró bastante contento pues descubrió que muchos medios decían exactamente lo que las autoridades querían. Descubrió que no había mucha oposición y los que estaban en contra de algo es que porque alguien les pagaba con buenos billetes. Fue así como Petrozzi descubrió el misterio del negocio y pronto contrató un espacio en una radio local y se dedicó con afán a atacar a todas las autoridades. Fue una época muy complicaba ya que el susodicho sacaba los trapos al sol, se metía como una tromba en las vidas privadas y descubría cosas y episodios que mejor hubieran estado entre las sombras. Después, poco a poco, el furibundo crítico se calló en todos los idiomas. Nadie desconocía que por entonces el citado cobraba un dineral por mantenerse en silencio. Entonces había descubierto el secreto del negocio. Pero no estaba contento. Anhelaba algo más. Y fue así como después de conversar con unos y otros, Petrozzi dejó la radio y se anunció como seguro candidato a la gobernación de Loreto.
En esas estamos ahora y ese candidato se muestra bastante extraño ya que quiere que los votantes hagan lo que él desea. Así visita sus casas s y les dice que hagan esto o aquello, que se vayan por allá o por acá, que no digan esto o lo otro y así poco a poco va ganando el encono de los unos y los otros que no soportan esa intromisión en sus vidas. La reacción ha sido radical y varios ciudadanos han presentado impugnaciones a una candidatura que se mete en todo y con todos. El organismo electoral en estos días evalúa la participación o no de un candidato que además agrede verbalmente a sus rivales, mientras saca pecho y dice que es la mejor opción debido a sus notables cualidades.