EL TRISTE INAUGURISMO
En el reino del festejo y el joropo, la salsa y la zandunga, el rap y la roncanroleada, nadie nos detendrá jamás. En verdad escribiendo, no son 4 los días de la semana que se usan para tonear. Son todos los 7 días los que se invierten en ese menester. Porque en toda la región de las verduras y los cocales, verdes como la esperanza, las autoridades invierten en inaugurar cada cosa. La ruptura de botellas, tinajas, porongos, huingos, calabazas y otros objetos llenos de contenido huarapero, es una industria bastante extendida desde que existimos como lugar en el mapa. Por ejemplo, venía un nuevo misionero en tiempos coloniales hacia la fronda y había que esperarle con abundante comida, con licor, con danzas, con ofrendas, con recitales, con obras de teatro. Así se inauguraba el arribo de un varón que cobraba por su trabajo.
El inaugurismo nuestro puede resbalar por el barranco. Hasta ahora nadie puede explicar, con razones y datos, por qué cuernos se eligió el 5 de enero como fecha de fundación porteña o portuaria u oficial de la ciudad de Iquitos. En esa fecha no llegó ni la suegra de los marinos. Fue un día vacío de visitas, pero año tras año se celebra el estreno del primer esfuerzo estatal de envergadura. El peor caso de inaugurismo es lo que se gastó en el asunto del tren que desde el borde del mar iba a venir hasta la ribera de alguno de nuestros ríos. Cada presidente, cada gobierno, hacía su propia ruta, desechando la ruta del otro, y se inauguraba el primer tramo, el segundo, el que viene, hasta que apareció Odría y cargó con todos los rieles tendidos ya para llevarlos al Cuzco.
El triste inaugurismo nuestro es un mal que viene de lejos. Es triste porque es un gasto estéril. No es una inversión del dinero de las arcas oficiales que más tarde beneficiará a personas o colectivos. Es un desperdicio y hace juego a lo mediático, al espíritu jaranero pero con la ajena. Es dinero arrojado al mar. Y la pobreza viene también del torpe gasto en inaugurar un nuevo semáforo, un par de casetas, un grifo público.