La noticia de que el Gobierno Regional de Loreto había gastado en 90 días más de 200 mil soles en desayunos, almuerzos, piqueos, bocaditos, cenas, colaciones y postres, fue bien recibida por la población de aquel tiempo. Porque no era un gasto inútil, destinado a llenar panzas hambrientas, sino una inversión en el rubro del arte culinario. Y ello caía como anillo al dedo pues en el país de entonces se vivía un esplendor gastronómico inusitado. La comida peruana, pese a sus excesos, a su incitación por el picante y a su incremento de la gordura, tenía su fama a nivel internacional. En ese contexto de expectativa tanto gasto en comida era antes que nada una inversión.
Las pollerías, cebicherías, cerderías, huariques, agujeros de mejunjes regionales que se beneficiaron con algo así como 2 mil soles diarios en alimentos y bebidas, fueron mirados como negocios emprendedores que habían sido beneficiados por la gestión de Fernando Meléndez. Y, como 2 mil soles diarios no son poca cosa, algunas personas pidieron licencia para poner negocios de comida al paso alrededor de la planta lechera y todo local que tuviera el gastronómico gobierno regional de Loreto. Fue así como comenzó el reinado de la temible salchipapa.
Porque, de acuerdo a una bien documentada encuesta, los trabajadores de esa entidad preferían ese preparado mientras laboraban. A la hora del esperado refrigerio no dejaban de darse una vuelta por cualquiera de los carros salchipaperos que entonces abundaban. La región pronto se convirtió en la zona donde más se consumía la salchipapa a nivel mundial. Entonces llegaron los premios, las condecoraciones, las celebraciones. Hasta ahora no se sabe a cuánto asciende el gasto por alimentos y bebidas en 5 años de parte de esa gestión que hizo de la comida un rito importante e innovador.