Escribe:Percy Vílchez
La ganga oficial para la visita gratis a los museos de todo el país, nos parece una medida acertada en estos tiempos de encono y convulsión. la Ministra de Cultura ha declarado personalmente que el domingo 5 de marzo del año en curso estuvo abierta esa posibilidad. Es importante que los peruanos de ambos sexos ejecuten una incursión en esos recintos donde reside la memoria y los elementos de nuestro rico pasado. No podemos seguir siendo una Nación que no se mira en el ayer, que no admira los logros y las conquistas de sus antepasados. Recuperar nuestra identidad pasa por reconocernos en la riqueza cultural que tenemos. La oferta estatal, sin embargo, tiene un vacío que afecta directamente a los amazónicos.
Porque en la vasta región oriental no existe un verdadero museo. El atraso con respecto al país es más agudo en el terreno cultural y la falta de museos es una muestra clara de la desventaja de los amazónicos. Es cierto que en varias partes de la fronda se han abierto algunos recintos que pretenden reemplazar a los auténticos museos. Pero esos ámbitos no cumplen con los requisitos mínimos para cumplir a cabalidad con sus roles de evidenciar el pasado. En el colmo del oportunismo, hace unos años, en palacio de gobierno se firmó un acuerdo para la construcción de un verdadero museo en la jurisdicción de la ciudad de Iquitos. Dicho documento se ha convertido hoy por hoy en un papel sin destino, un pacto para nada. Y ese museo se ha convertido en una de las tantas obras que nunca se hicieron.
Eso no es lo sorprendente, sin embargo. Lo que asombra es que en el presente no existe una persona o un colectivo o un entidad que se haga cargo del museo prometido y que haga bulla y que reclame el cumplimiento de la promesa esgrimida con bombos y platillos. Los amazónicos, los iquiteños, simplemente esperan con los brazos cruzados y las mandíbulas apretadas, como si no les interesara conservar las riquezas del ayer. Nadie ha dicho nada para ver ni siquiera el lugar donde se levantaría el citado museo. Es como si el territorio verde no tendría ninguna grandeza que conservar y mostrar. Los ciudadanos de ambos sexos prefieren ocuparse de otras cosas y contribuyen al olvido o al desconocimiento de las huellas dejadas en varios lugares por los antepasados. De tal suerte que los funcionarios oficiales, los burócratas de costumbre, se hacen los locos y hasta el momento no han designado ni un sol para la futura construcción de ese museo que apareció de improviso en el horizonte verde.
El primero que pensó en un museo entre los amazónicos fue el ingeniero Von Hassel. Eran los días de la brutal explotación cauchera y el citado diseñó el proyecto de un museo sobre ese recurso. Era su intención detener el tiempo para que las generaciones futuras conocieran algo o bastante sobre ese don de la naturaleza. Desde luego, nadie le hizo caso y el museo se perdió en los suburbios de la nada. La palabra museo desapareció del lenguaje durante décadas, hasta que apareció durante el gobierno de Ollanta Humala. En ese tiempo la cuestión del museo selvático se puso de moda y el congresista Víctor Isla realizó viajes al extranjero para aprender sobre el funcionamiento de esos espacio fundamentales para cualquier sociedad que se respete. Toda esa especie de fiebre desembocó en promesas y en el acuerdo para la posterior construcción.
Todo es silencio en el presente. Nadie menciona esa palabra, nadie nombra el lugar del levantamiento de aquel lugar de la memoria y en ninguna parte figura el presupuesto que entonces se acordó. Es decir, los selváticos seguimos en cero como en los días fallidos de Von Hassel, como en los días de tantas obras prometidas y nunca construidas. Pero necesitamos de un museo que guarde los hallazgos de las culturas que poblaron estas tierras. Nos parece que todavía no es tarde para resucitar la posibilidad de la edificación de ese museo que flota en el limbo de las obras inconclusas.
Una columna mas de percy….