El rey de la culata
En sencilla pero concurrida ceremonia, el ciudadano Charles Zevallos fue nombrado alcalde de la imaginaria República de la Culata. De acuerdo a versiones de los encargados de tomarle el pulso, medirle la presión y verificar si puede contar hasta tres, ese cargo fue lo único y último que pudieron conceder a ese personaje fatal. No para calmar al viajero empedernido que lleva en su alma llanera, ni para calmar al arriesgado parapentista, sino para desmovilizar a los desgraciados que le utilizan, maltratan y buscan por todos los medios regresar a hacer barrabasada y media en el municipio de Maynas. Robar, en otras palabras castizas pero simples.
Como los sinvergüenzas que casi desmantelan por completo la casa consistorial maynense son burros de tomo y lomo, mordieron el anzuelo y creen hasta ahora que la República de la Culata existe en el mapa. Consideran que es una nación próspera en asaltos, emprendedora a la hora de vaciar las arcas ajenas, semejante a Albania o México. Es decir, en la vanguardia de la corrupción universal. Y preparan sus maletas de doble fondo para llevar al pobre Charles a gobernar los destinos de ese país que no existe ni en pintura.
El Rey de la Culata, será pronto llamado, mañana a más tardar, el porfiado Charles Zevallos por su papelón político, sus delirios de mando. En realidad, se ha convertido en una pobreza total. En algo infame. En la demostración del negociado del poder. En la medida en que cayó en garras de los que pusieron la suya en su campaña. Los viven y trafican detrás de los relumbrones del pequeño poder provinciano. Esos degenerados invirtieron para cobrar con creces después y utilizaron a un hombre enfermo para saquear las arcas ediles. No sabemos cómo acabará en su nuevo cargo, pero le recomendamos que no haga ningún deporte, que no viaje, que se quede en casa.