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En la adolescencia, ahora que me encuentro en ella, puedo decir que no es una etapa muy sencilla. En ella los adolescentes tenemos costumbre de compararnos entre nosotros mismos, ya sea por nuestro estado físico o intelectual o porque no nos sentimos lo suficientemente atractivos o talentosos. Está claro que siempre hay alguien mejor, pero en esta etapa se siente como que todos son mejores. Sé que esta etapa se supera, pero mientras la vivimos puedo decir que no es un momento muy agradable.

Para variar tenemos el colegio, que, si bien representa un privilegio que muchos no tienen, así como una a oportunidad para aprender y ser mejores, en algún momento es el lugar en el que muchos adolescentes hacen bullying y discriminan a otros y ni qué decir de las semanas de exámenes y entrega de tareas, días en los que nos estresamos y sentimos muy cansados. Situaciones que por todos lados escuchamos que son normales y que no comunicamos a nuestros padres, para no preocuparlos.

Sin embargo, aunque se nos digan que son normales, no deberían ser situaciones ignoradas y nadie debiera decirnos que “eso les pasa a todos” y que, por eso mismo, deberíamos simplemente aprender a lidiar con ellas.

Creo que el mayor problema con ser adolescente es que no nos toman en serio. Un ejemplo es que, si una pareja de esposos se está divorciando es extremadamente raro que al hijo de ambos se le permita decidir con quien quiere quedarse, si con papá o mamá.

Sé que los adolescentes podemos exagerar un poco las cosas, pero sé también que los adultos deben escucharnos de todas formas. Porque, aunque les cueste creerlo los jóvenes si tenemos problemas y nos pasa que no sabemos si pedir ayuda o no, y todo por temor a que no nos tomen en serio.

Esto mismo ocurre con nuestras pasiones. Conozco a muchos chicos de mi edad o un poco menores o mayores, que son súper talentosos, ya sea cantando, escribiendo, o lo que sea. Les pregunto que, si quieren dedicarse a eso, y me dicen que quizás de mayores, porque a esa edad nadie les va a prestar atención.

La adolescencia es una etapa llena de pruebas y tribulaciones, y creo que siempre lo va a ser: así es la vida. Aun así, creo que todos podemos ayudarnos a hacérnosla más fácil, ya sea apoyándonos entre los chicos o que los adultos entiendan que ser adolescente no es nada fácil, y no actúen como si lo fuera.