ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel
En el inicio de la década del 50 del siglo xx estalló la noticia del hallazgo de una nueva fuente de riqueza para Loreto. Los diarios de entonces publicaron escritos donde anunciaban el arribo de otra era de esplendor. En el imaginario de las gentes de esa época se desató la ilusión de la llegada de un tiempo de fortuna y riqueza. La Cámara de Comercio de Loreto implementó una intensa campaña para la producción en gran escala de la higuerilla. La ilusión no era descabellada pues el aceite de esa planta servía para la fabricación de lápices labiales y teñido de los cabellos. También para ser usado en aviones de propulsión en los que el petróleo no podía actuar como lubricante. Pero, como tantas otras veces, la higuerilla no trajo ningún esplendor para nadie.
Es decir, se repitió la vieja y conocida historia de los esplendores ficticios, las bonanzas repentinas. Los bienes producidos en el territorio selvático fueron riquezas efímeras que solo beneficiaron a unos cuantos, generando pobreza y miseria en los habitantes cercanos o involucrados en la explotación de esos recursos. Esa historia comenzó con el saqueo del llamado palo de Brasil, continuó con las plumas de garza y las codiciadas pieles de algunos animales, prosiguió con la explotación sangrienta del caucho, el palo de rosa, el barbasco y otros bienes vegetales. En ese lamentable contexto fue que apareció, desde las entrañas del territorio amazónico, la riqueza del petróleo. Con el descubrimiento del primer pozo en 1971 en Trompeteros comenzó “la danza del petrolero”. Se perforó el primer pozo de petróleo en el Lote 1AB, hoy denominada Lote 192. Comenzó allí sus operaciones Occidental Petroleum Corporation (1971-2000. Posteriormente ingresó Pluspetrol (2000-2015). Ambas con documentadas acusaciones de irse dejando una inmensa deuda ambiental y social que se acumula cada vez más.
Desde mucho antes de su descubrimiento oficial era conocido, por algunos expertos y conocedores del tema, que ese recurso abundaba en la morada de la maraña. La prueba de ello fue las muestras que llevó a la capital peruana un explorador de apellido Angulo que anduvo por las tierras cercanas a Contamana. Pasó largo tiempo antes de que el Estado decidiera impulsar la búsqueda de ese recurso. La inversión foránea dio resultado cuando en la villa de Trompeteros fue encontrado un yacimiento del llamado oro negro. Era inicios de la década del 70 del siglo XX. Ese hallazgo desató el júbilo en la población de aquel tiempo y las celebraciones no se hicieron esperar como si realmente se tratara de una era de esplendor. Pero las desbordadas esperanzas no eran tan ciertas. Gobernaba el país el general Juan Velasco Alvarado, que llamó “Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas” a su gestión. Terminó, como tantos otros, derrocado por uno de su misma arma que, al igual que él, tenía a la traición como modo de vida. Si en el perfil de una persona está la traición como modo de comportamiento no es de extrañar que traicione las expectativas de la ciudadanía. Así sucedió con los que lideraron la primera y segunda fase del gobierno militar que desde octubre de 1968 hasta julio de 1980 ocuparon la Presidencia de la República con el apoyo de civiles que no hacen distinción entre democracia y dictadura, según la cercanía al líder que lo comanda.
La explotación del petróleo selvático se convirtió en una pesadilla para los pueblos originarios porque desarticuló la vida establecida y relacionada con los bosques y las aguas, generó migraciones masivas en busca de los beneficios de ese don de la naturaleza y, lo que es peor y más grave, inició la contaminación del medio ambiente que se relacionaba con la explotación de esa riqueza. Felizmente eso se remedió y hoy la explotación del “oro negro” es realizada con más cuidado y con estándares internacionales de respeto a paisaje y pobladores. El petróleo era entonces una verdadera pesadilla. El Estado, débil y con ceguera para algunas cosas, dejó pasar todos esos atropellos empresariales mientras los indígenas no tenían ni dirigentes ni federaciones que los defiendan. Y, a la luz de los resultados, esa defensa indígena resultó peor que la enfermedad porque creó una clase dirigente nativa con iguales o peores vicios que los citadinos. Actualmente más de veinte municipios en Loreto tienen como alcaldes a nativos y todos tienen pendiente acusaciones de malos manejos. El primer alcalde distrital nativo fue también el primero en ingresar a la cárcel por malos manejos económicos. Se trató del alcalde de Villa Trompeteros en la provincia de Loreto, quien a los pocos años recuperó su libertad.
Cuando se vio que el petróleo generaba muchos recursos los sectores más lúcidos de la sociedad iquiteña, decidieron luchar para conseguir una recompensa por la extracción petrolera. Hasta ese momento las riquezas extraídas no habían dejado nada en la zona. De tal manera que se iniciaron luchas populares con la participación de diferentes líderes políticos, partidos, movimientos, gremios, sindicatos y la misma población. Era un momento importante que ejerció presión al Estado centralista de aquella época. Las porfiadas luchas populares dieron resultado cuando el gobierno de aquel entonces promulgó la ley No. 21678. Era el año de 1976. Bajo el paragua popular del Frente de Defensa de los Intereses del Pueblo de Loreto coincidieron colegios profesionales, gremios sindicales, organizaciones de barrio y el empresariado tuvo en la Cámara de Comercio, Industria y Turismo de Loreto una representación que financiaba las gestas. Hasta que llegó la ley del canon petrolero.
La ley del canon petrolero, en su esencia, era una propuesta para impulsar el desarrollo y el progreso de la región loretana. El dinero que saldría de la venta del crudo a los mercados internacionales, con el valor de un 10%, iba a ser destinado a gastos de inversión en los diferentes sectores de la vida económica. En 1985, ante una serie de manifestaciones populares en Iquitos, el gobierno emitió la ley No. 24300 para la respectiva distribución del célebre canon petrolero.
40% para CORDELOR, lo que es hoy el GOREL.
40% para municipios provinciales y distritales.
12% para el fondo destinado a créditos promocionales a favor de la agricultura.
5% para las universidades nacionales.
3% para el Instituto de Investigación de la Amazonía Peruana.
Después de 45 años de la promulgación del canon petrolero el balance provisional es un verdadero desastre. La inversión propuesta, que iba a tentar el desarrollo, se hizo trizas. Muchos son los factores que han influido en esa derrota histórica. La inoperancia de las autoridades, la disminución en la venta en los mercados internacionales, la pérdida de petróleo debido a los atentados al oleoducto, la ausencia de la respectiva vigilancia ciudadana. Todo el dinero recaudado hasta ahora hacen una verdadera fortuna que se viene dilapidando. Sin norte financiero, sin brújula de desarrollo el canon petrolero como recurso sigue dando palos de ciego. Desde abril del 2009 hasta el 2012 más de 145 millones y medio de soles se gastaron en el pago del alcantarillado que. Ese pago pernicioso durará hasta el 2025. De tal manera que las regalías del canon petrolero no han servido para los efectos con que fueron creados. Lo que resalta en la larga lucha por ese dinero, que legítimamente corresponde a la región de Loreto, son las luchas populares. En el año del 2016, por ejemplo, líderes indígenas realizaron una marcha de sacrificio hacia Lima. El motivo era exigir al gobierno de ese tiempo una indemnización económica ante la disminución de los ingresos del canon petrolero. Desde su aparición como recurso el petróleo ha generado miles de millones de soles. Y lo sigue haciendo. Actualmente los pueblos llamados del “circuito petrolero”, un total de 25 distritos, tienen desde el 2023 y por 30 años consecutivos lo que se ha dado en llamar “el fideicomiso indígena” que inyecta 200 millones de soles anuales. Además, como una propuesta innovadora, en el lote 95 que opera PETROTAL, se entrega el 2.5% de la producción petrolera fiscalizada como un “fondo social” para que se administre en proyectos de desarrollo. Más allá de los recursos económicos que ha dado, el petróleo ha servido para disputas entre indígenas y autoridades elegidas por voto popular. Si al inicio los pueblos indígenas no tenían representación hoy están registradas más de 200 federaciones que se disputan entre sí la vocería mientras los pueblos que representan no cierran brechas de salud, educación, comunicación y más.
Actualmente el canon petrolero tiene un nuevo sistema de distribución que permite gozar de mayores recurso a los distritos donde se explota el hidrocarburo. Ese logro se hizo sin movimientos callejeros y sí con gestiones ante los representantes del Poder Ejecutivo y Legislativo. Sin minimizar ese logro se debería establecer una vigilancia para que los fondos sean utilizados para “el cierre de brechas” y con el tiempo el beneficio sea evidente. De lo contrario seguiremos con el lamento de la oportunidad perdida.
Nueva distribución del canon y sobrecanon petrolero vigente desde enero 2024
a) El 10 % del total recaudado se destina para los gobiernos locales de la municipalidad o municipalidades donde se explota el recurso natural.
b) El 20 % del total recaudado se destina para los gobiernos locales de las municipalidades distritales de las provincias donde se explota el recurso natural.
c) El 40 % del total recaudado se destina para los gobiernos locales de las municipalidades distritales y provinciales del departamento donde se explota el recurso natural.
d) El 20 % del total recaudado se destina para el gobierno regional donde se explota el recurso natural.
e) El 5 % del total recaudado se destina para las universidades nacionales del departamento donde se explota el recurso natural. La distribución debe ser en partes iguales en caso exista más de una universidad nacional en el departamento.
f) El 3 % del total recaudado se destina para el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana.
g) El 2 % del total recaudado se destina para los institutos tecnológicos nacionales del departamento donde se explota el recurso natural. La distribución debe ser en partes iguales en caso exista más de un instituto tecnológico nacional en el departamento.
Para el caso del sobrecanon, será del siguiente modo:
a) El 40 % del total recaudado se destina para los gobiernos locales del departamento.
b) El 52 % del total recaudado se destina para el gobierno regional.
c) El 5 % del total recaudado se destina para las universidades nacionales del departamento. La distribución debe ser en partes iguales en caso exista más de una universidad nacional en el departamento.
d) El 3 % del total recaudado se destina para el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana.
Se supone que la distribución tiene un criterio de justicia. Sin embargo, paralela a esta nueva distribución, tiene que darse una política de desarrollo distrital, provincial y regional. Como la nueva distribución dotará de mayores recursos a los distritos productores y solo en Puinahua, provincia de Requena, se tiene operando el lote 95 y ninguno más en la región Loreto la pregunta necesaria es: ¿Existe una política de desarrollo regional en Puinahua?.
Lo que sí ha surgido es la proliferación de federaciones y comunidades. Solo ORPIO es una organización indígena que trabaja en 15 cuencas en las zonas de El Putumayo, Napo, Tigre, Corrientes, Marañón, Yaquerana, Bajo Amazonas, Ucayali y tiene 21 federaciones en su base de datos. AIDESEP tiene 9 organizaciones descentralizadas que se ubican en el norte, centro y sur de la selva peruana. Cuenta con 109 federaciones representan a 2439 comunidades. Así pueden seguir las siglas de las federaciones con distintas líneas de trabajo y que, como los municipios, han sido acusadas de malos manejos y recibir dinero del exterior y no rendir cuentas o, en el mejor de los casos, rendirlas de forma fraudulenta.
Todos se alegraron cuando en 1971 se comenzó a operar el primer pozo petrolero en Loreto. Pasaron algunos años para que se promulgue la ley de canon petrolero luego de varias movilizaciones y paros que motivaron la atención del gobierno central. La primera distribución del canon ha quedado atrás. Los dirigentes que la promovieron ya no están en esta tierra. Queda como saldo que en ningún distrito, urbano y rural, de Loreto se tiene los servicios básicos de agua, luz, educación y salud. Sólo en anemia, cuyo padecimiento condena a los niños que la sufren a no tener posibilidades de éxito en el futuro, registramos 63% de la población. Si la antigua distribución no ha podido ser usada para mejorar la calidad de vida de los pobladores y sí el surgimiento de federaciones y comunidades indígenas cuyos dirigentes se convirtieron en autoridades elegidas por el pueblo no hay razones para creer que con la nueva distribución se dará un cambio. Una vez más, el éxito en la lucha nos lleva al fracaso. Unos dicen que el petróleo se acabará en algún momento. Puede ser. Distinta a las luchas revolucionarias o federalistas en este caso no son los líderes quienes se van a otros lugares sino que el recurso parte al exterior y lo que se queda en Loreto no sirve para mejorar la vida del poblador. Al final, es lo mismo. Olvido, finalmente.
Fotos: ediciones de «El oriente» donde se colocaba publicidad de empresas que brindaban servicios petroleros. 1972