En una espectacular arremetida, la candidata Keiko Fujimori viene ocupando el primer lugar en las encuestas. Ese sitio de privilegio no es fruto de una estrategia bien pensaba y mejor aplicada, de un programa de ofertas y de propuestas para beneficio de las mayorías, sino que es producto de una sola cosa. Del padeleo en bicicleta. Animada por las ciclovías posibles y pertinentes, impulsada por los beneficios físicos de una montada en el vehículo de las dos ruedas, ella recorre el país con su bicicleta al hombro. En vez de hacer un mitin o una conferencia de prensa o un encuentro con los electores, organiza una carrera de bicicletas a través de las calles de cualquier ciudad. Ella se pone adelante y padalea como loca para ganar la contienda.
Al final, cansada de pedelear, gane quien gane, felicita a los participantes que de esa manera evitan la vida sedentaria. En todas partes Keiko Fujimori hace lo mismo y comanda las preferencias del electorado que quiere un gobierno deportista, diestro en campañas y competencias que beneficien a la salud y apto para toda contingencia en las futuras ciclovías. Así, gracias a ese simple evento, ella ha conquistado el corazón del votante.
El votante está seguro de que el uso de la bicicleta será importante en un gobierno diferente que reemplazara al fútbol planteado por el tío de la candidata. En efecto, Santiago Fujimori aparecía en cualquier parte y organizaba un partido de fútbol. Nada más y nada menos y así, sin decir ni una sola palabra, sin derramar una lágrima, ganó un escaño. Se espera que en los días venideros la candidata Keiko Fujimori intensifique su carrera de bicicletas para así incrementar su votación posible. El pedaleo de la candidata pues seguirá buscando hacer participar el votante en una contienda donde nadie pierde realmente. Porque allí, con la bicicleta, todos ganan.