EL PATRONO DESCUARTIZADO

El santo patrono de la Amazonía de este país, San Juan Bautista, debido a sus dones trascendentes, a su misteriosa filiación religiosa, debe tener el don de la ubicuidad. De repartirse sin medida, de multiplicarse hasta la frontera del estallido, para estar al mismo tiempo en varios lugares. No puede quedarse en un solo sitio, tranquilo como cualquier ciudadano, porque perdería bastante del cruce de eventos, de la abundante programación que cada entidad hace como si fuera dueño de esa fiesta populosa.

Desde hace años, desde siempre por así decir, esa celebración no tiene un plan único, una programación común, cada autoridad hace lo que cree conveniente, como quien se jaranea solo, como quien baila su propia música. No hay caso. No es posible el acuerdo, el pacto, ni a la hora de la diversión, de las cervezas. Es increíble que esa fiesta de las fiestas sea siempre un centro de dimes y diretes, de entredichos, de discordias. Ello conspira en general contra esa fecha que debería ser un verdadero atractivo a nivel nacional e internacional. No nos engañemos. La fiesta de San Juan no pasa de ser un feriado para comer juane, para beber chicha, para hacer una caminata,  para bañarse en algún río, para bailar con algún estrella (in)mediática. O sea casi nada.

Cuando San Juan baje el dedo, es una frase que equivale a nunca. Expresa algunos imposibles que nos persiguen. Y puede aplicarse a las mismas autoridades que vísperas de la celebración mayor del bosque   entran en extraños recelos, en desconfianzas mutuas, en rechazos al otro y jamás se reúnen ni para contarse chistes. Luego hacen su propia jarana. Consideramos que a ese ritmo de desunión el pobre santo patrono acabará mal. No podrá soportar ese divorcio clamoroso y no alcanzara a repartirse, estar al mismo tiempo en varios sitios, soportar las pataletas de siempre y acabará descuartizado.