Vladimir Putin

La gran fiesta del fútbol arranca.  Y examina el impacto que tendrá el video arbitraje y la capacidad de Rusia para afrontar las amenazas del terrorismo y de sus ‘hooligans’

A Vladimir Putin no le gusta el fútbol, pero será el balón y todo lo que genera la organización de un Mundial de fútbol lo que medirá desde hoy al presidente ruso y la capacidad organizativa de Rusia. Por primera vez en veintiuna ediciones, la gran fiesta del balón viaja a un país del Este europeo por el empeño personal y el esfuerzo económico desplegado e impulsado por el presidente ruso. En los tiempos del telón de acero, habría sido impensable que la FIFA hubiera elegido como sede de la competición que hace rebosar sus arcas cada cuatro años.

Este Mundial se ha convertido en el estandarte del renacer de Rusia como superpotencia económica y política. Putin y el país se juegan su prestigio con el foco del planeta fútbol puesto en su capacidad para vencer a dos grandes amenazas, el terrorismo islámico y los hooligans autóctonos. Los centros neurálgicos de las ciudades sede, las concentraciones de las selecciones y los estadios están bunkerizados y configuran un paisaje prebélico. Solo en Moscú se han desplegado 30.000 efectivos para velar por la seguridad del evento.

Desde la Eurocopa de 2016 celebrada en Francia, los ultras rusos ostentan la supremacía y la bandera de la barbarie que antes ondeaban los hooligans ingleses. Tanto como la extrema violencia de los hinchas violentos, a la FIFA le preocupan los episodios de racismo, homofobia y xenofobia que puedan darse. “Nuestro país está listo para organizar la Copa del Mundo, garantizar a todos los que vienen a Rusia una comodidad máxima y dejarles las emociones más positivas”, declaró con su fría rotundidad Putin durante el 68º congreso de la FIFA. Allí, poco antes de que la candidatura conjunta de Estados Unidos, México y Canadá fuera designada como la sede del Mundial 2026, y como si se tratara de dos capitanes antes de comenzar un partido, Gianni Infantino le entregó un banderín de la FIFA a Putin. Quizá este haya sido el gesto más futbolero que haya protagonizado Putin en toda su vida. Este jueves, Putin asistirá desde el lujoso palco del  estadio Luzhniki de Moscú al arranque de un Mundial histórico por la implantación de la tecnología arbitral. El colegiado argentino Néstor Pitana puede entrar en la historia si con la ayuda del VAR resuelve un lance dudoso. Hay más expectación por determinar el impacto del video arbitraje en el desarrollo del juego y el resultado que en el fútbol que puedan desplegar Rusia y a Arabia Saudí (17.00, Telecinco).

El reto de Alemania

En realidad, el gran pistoletazo futbolístico se dará mañana, agigantado por la bomba de relojería en la que se ha convertido España tras el tsunami de la salida de Lopetegui y la presencia de Cristiano Ronaldo. Será la primera de las tres grandes vedettes en entrar en escena. Como Messi, el portugués puede estar ante su última oportunidad de ganar un Mundial. A Neymar aún le quedan más horas de vuelo para alcanzarlo. Los tres se juegan en esta cita el trono de mejor jugador del mundo, ahora que un deporte colectivo como el fútbol sobredimensiona como nunca la púrpura individualista del Balón de Oro. Competirán por esa gloria yoísta en un campeonato en el que solo faltará Gareth Bale como representante del estrellato mundial. Los franceses Antoine Griezmann y Kylian Mbappé, son los dos grandes candidatos a intentar desbancar a ese gran tríptico.

Colectivamente, Alemania defiende título sin una megaestrella, pero con un ramillete de los campeones de 2014 y una generación de jóvenes encabezada por Goretzka que ha reafirmado el giro dado hacia la supremacía a través de la pelota. Los alemanes abordan la empresa de ser la primera selección que conquista dos mundiales consecutivos desde que Brasil lo lograra con los de 1958 y 1962. También buscarán igualar los cinco títulos de los brasileños. Y de fondo, como siempre, la pelea por la hegemonía entre Europa y Sudamérica. Si Alemania aspira a imitar el doblete de Brasil tras ser la primera selección europea en ganar levantar la Copa del Mundo al otro lado del charco, Brasil aspira su segunda conquista de Europa tras la de 1958 en Suecia. Sin Italia, Argentina, España, Francia y Portugal son las grandes candidatas a impedir que brasileños y alemanes prolonguen su hegemonía.

Este jueves, Putin asistirá desde el lujoso palco de estadio Luzhniki de Moscú al arranque de un Mundial histórico por la implantación de la tecnología arbitral.

Los gobernantes que acompañarán a Putin

Pocos dirigentes extranjeros en el palco de autoridades y la tradicional ceremonia de inauguración reducida: el inicio del Mundial de fútbol de Rusia 2018, el jueves en Moscú, tendrá un perfil bajo, en contraste con ediciones anteriores.

La crisis repetidas entre Rusia y los países occidentales por un lado y el deslucido atractivo deportivo del partido inaugural, entre Rusia (70ª de la clasificación FIFA) y Arabia Saudí (67ª), han pesado para una jornada donde la simplicidad y la modestia serán el tono dominante.

Según el alcalde de la capital rusa, Sergei Sobianin, una decena de dirigentes extranjeros estarán junto al presidente ruso, Vladimir Putin, y al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en el estadio moscovita.

El Kremlin informó de que Putin, que raramente ha pisado un estadio desde que llegara al poder hace 18 años, espera «en el fútbol» a los mandatarios y jefes de Gobierno de Bolivia, Paraguay, Arabia Saudí, Armenia, Palestina, Líbano y Ruanda.

Muchos líderes de ex repúblicas soviéticas también estarán presentes, entre ellos los presidentes de Kazajistán (Nursultan Nazarbaiev), Kirguistán (Sooronbay Jeenbekov) y Azerbaiyán (Ilham Aliev).

Más significativa será la presencia, anunciada por el Kremlin, del presidente de la Asamblea Popular Suprema de Corea del Norte, Kim Yong Nam, dos días después de la histórica cumbre en Singapur entre Donald Trump y Kim Jong-un, los líderes de Estados Unidos y Corea del Norte.

También se espera la presencia en la inauguración del Mundial del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman.

Ni rastro de los principales dirigentes occidentales, al igual que ocurriera en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014, lo que no impidió que fuera un éxito organizativo, aunque el dopaje empañó después el resultado deportivo.

A pesar de ello, las invitaciones fueron hechas y las respuestas siguen esperando.

Sobre el césped, el espectáculo previo al partido tendrá un formato reducido.

«La ceremonia de apertura tendrá un formato ligeramente diferente al de precedentes ediciones. Este año, la ceremonia tendrá como eje las actuaciones musicales y será más cerca del inicio del partido, justo media hora antes del mismo», explicó la FIFA en un comunicado.

Ahora, las 32 selecciones clasificadas para el torneo acudirán a competir, incluida la de Reino Unido, a pesar de que Londres ha liderado la campaña de boicot tras el envenenamiento en suelo británico del ex espía ruso Serguéi Skripal.

Ello se traducirá en la ausencia tanto de la primera ministra, Theresa May, como de la familia real británica.

Quizás por eso, a Rusia viajarán muchos menos aficionados ingleses que en anteriores Mundiales, incluido el de Brasil, pese a que debían cruzar el océano para seguir a su selección.

Les ha secundado por solidaridad Australia, cuya selección compite en el Mundial de Rusia, decisión que no ha repercutido en el interés de los australianos en animar en masa a su equipo.

Polonia, que mantiene desde hace años unas tensas relaciones con Rusia, tampoco tendrá representación en el Mundial, al igual que Dinamarca, Suecia e Islandia, que debuta en el torneo.

La canciller alemana, Angela Merkel, no ha confirmado que tenga intención de viajar en breve a Rusia, donde se reunió recientemente con Putin.

Pero aunque algunos le han exhortado a quedarse en casa para no legitimar las agresivas políticas al jefe del Kremlin, siendo una gran aficionada al fútbol de la selección, es probable que viaje si el equipo llega a las semifinales o a la final, y lo mismo se puede decir el presidente francés, Emmanuel Macron.

Putin recibió la pasada semana el inestimable respaldo del líder chino, Xi Jinping, con el que firmó una declaración conjunta que hacía énfasis en que la política no debe entrometerse en el deporte, y en la inauguración estará el viceprimer ministro Sun Chunlan.

De momento, el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, no asistirá a la inauguración, pero su oficina de prensa confirmó que sí asistirá a algún partido de fútbol.

El presidente argentino, Mauricio Macri, tenían intención de acudir al Mundial, pero los últimos acontecimientos políticos en su país han dejado en el aire dicho viaje, mientras su homólogo brasileño, Michel Temer, también ha sido invitado por el Kremlin.