200 Cerbatanas. (Small)

Es cierto que una hija no tiene que heredar necesariamente los errores o delitos de su padre. Que no necesariamente tiene que ser su referente, su padre, para el resto de su vida. No tiene que creer en lo que dicen sus hermanos o guiarse por las conductas tradicionales de una familia inmigrante con códigos de crianza extranjeros.

En cualquiera de estos casos, ante un electorado sensible por asesinatos y corrupción, parece que Keiko Fujimori no califica y la cuestionan así reivindique el trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, así retire algunos dinosaurios e intolerantes de su grupo político. Sin embargo su pétreo 40% no la abandona así puedan un traspiés sus militantes más achorados.

Fujimori si no es gobierno este año, va seguir existiendo pues su bancada le va generar un protagonismo político estridente. Sino son gobierno van a ser oposición en la eventualidad de lo que no les conviene y se escudarán cuando salgan mal las cosas señalando y responsabilizando al que esté de turno. Para volver a ser protagonistas en el 2021.

Este juego político que a muchos los tiene asqueados puede terminar si el Fujimorismo sale electo y un gran sector de la población comprueba que no hace un gobierno la hija. Claro que para eso tiene que hacer mal las cosas o simplemente tiene que caer en el desgaste natural de todo gobierno o el imaginario asuma que no son lo extraordinarios que se pensaba pues la realidad de ahora no es la misma de los 90 y no tenían los recursos para enfrentarla.

Entonces el Fujimorismo pasará por lo mismo que atraviesa el APRA. O se renueva o desaparece. Sólo que en su caso una renovación pasaría, esta vez si de una manera indubitable, por otras figuras que no se apelliden Fujimori. Pero como esto es también poco probable podría empezar la extinción de su era. En este hipotético escenario se acabarían los más grandes temores de los que dicen que el Fujimorismo tiene en ADN la corrupción.

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