El señor Evo Morales, mandatario de Bolivia, gana tan poco que apenas sobrevive a las puertas de la indigencia. Lo que cobra mensualmente apenas le sirve para capear la semana. Para no declararse en quiebra debe ejecutar descarados picoteos a los amigos, fiar en las bodegas esquineras y hacer parrilladas cada quincena en su propia casa. Todo lo que recauda tampoco le alcanza y tiene que restringir gastos suntuarios y excesivos como comprar más prendas, cenar en la noche y otras gollerías. En cada declaración pública sus asesores, sus funcionarios y sus ministros se quejan hasta ahora de la política salarial del gobierno del antiguo Alto Perú que tiene como primera víctima al propio presidente.
El señor Evo Morales ha dejado de quejarse de que es el mandatario que menos gana en el ámbito latinoamericano. Ello debido a que cada vez que subía sus honorarios, los otros presidentes también hacían lo mismo y siempre el pobre Evo seguía en la cola de los ingresos, en el último lugar de los sueldos. Según fuentes confiables, el señor Morales piensa en serio salir de esa situación ingrata, consiguiendo trabajos eventuales para parar la sartén sin mayores angustias. Es decir, pretende convertirse en un recursero de alto vuelo. Lo que llama poderosamente la atención de la ciudadanía boliviana no es eso. Es su obstinación en seguir en el poder.
En las ruidosas cafeterías, en los achispados bares, en el lenguaje de los taxistas de La Paz corren los rumores de que Evo Morales alista la campaña para una nueva reelección presidencial. Nadie sabe con qué billete tratará de ganar los votos para repetir el plato, para no perder la costumbre de gobernar. Es increíble que algunos de sus partidarios digan, con evidente orgullo, que su primera medida será aumentar el impuesto a los salarios y sueldos de todos los bolivianos.
Que artículo tan malo, no solo hace referencia al presidente de un país con una ironía tan mediocre que ni genera sonrisa, si no que además ironiza con ignorancia uno de los problemas más grandes de la humanidad que es la pobreza.
Una vergüenza que se publique algo así.
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