EL LUGAR DISCUTIBLE

Es bastante extraño que el celebrante, farandulístico, futbolero, ardoroso y sufrido peruano(na) no haya festejado con su acostumbrado tremendismo el impresionante lugar obtenido en el último mundial. No de la esquiva y frustrante pelota, de la falsificación de billetes u otro rubro tenebroso, sino de la felicidad. Qué  desperdicio que nadie se haya zampado su crocante pollo a la brasa, su chicharrón de cerdo, su pisco sour, su lomo saltado o saltando, su menú barato, en homenaje a tan grandioso lugar, el sexto, en el universo de la dicha, según las Naciones Unidas. El Perú no es más ese paisillo de metal y de melancolía, de acuerdo a tan respetable entidad. Es una patria exultante por más que a diario se produzcan toneladas de tristeza.

La cifra oficial no es tan cierta, según nuestro parecer. Salvo que sea un desviado mental y físico, ningún incaico (a) puede siquiera sonreír en serio, con ganas locas, si desde hace trillones de años nuestro glorioso equipo futbolero no asiste a un mundial, ni en calidad de invitado. Es absurdo que la felicidad nos hinche el pecho cuando siempre se repite la misma historia donde nuestros fantásticos seleccionados juegan de maravillas y pierden como de costumbre. El fútbol es también una pasión nacional como la gastronomía, la licorería, la parranda, el fiado, el regateo y otras cosas que no mencionamos. Y somos tristes, frustrados, aunque tratemos de disimular,  desde hace por los menos tres décadas.

La falta de dicha en el reino del monte  tiene también que ver con la ausencia mundialista, pero también con algo cotidiano,  eterno, desde hace billones de años. Salvo que tenga graves deficiencias,   ningún bosquesino(na) puede decir que es feliz. Porque si sale a su vereda se encontrará casi siempre con un montón de basura. En la esquina compañera se encontrará con otro montón. En las calles animadas se tropezará con más  montones. Ninguna felicidad se fabrica en medio de desperdicios, señores de las Naciones Unidas, algo que también es dudoso. De manera que ese sexto lugar  en el rubro de la felicidad mundial, es discutible.