EL LUGAR DE BOBOS
Un marqués tardío y de última hora que gana el premio Nobel de Literatura, mientras su pobre país ocupa la cola en comprensión de lectura a nivel continental, es una de las paradojas más asombrosas de la peruanidad. Patria de los desbalances, de los forados, de los genes malditos, tuvo que parir a un escribidor de raza que se rompe los lomos en la torturante escritura. Nadie podría explicar para qué o para quién el esforzado Mario Vargas Llosa escribió y escribe tanto. Para no ser leído por los peruanos de alma, corazón y vida que prefieren tener de héroes a cocineros, peloteros, (in)mediáticos, que todavía se meten a escribas, contribuyendo a ese desastroso último lugar.
El cangrejo avanza hacia atrás pero va un poco rápido. Los de la perulería van para atrás pero andan hacia el abismo. Estamos perdidos en ese rubro tan importante para cualquier sociedad. A nivel oficial, a nivel de los gobiernos sucesivos, nada o poco se hace contra esa lacra que nos saca, automáticamente del mundo del conocimiento, de la actual competencia. El mañana no existe o es una incertidumbre con esa renuncia a la lectura. Salvo algunas cosas por acá, otras por allá, la patria iletrada sigue reinando. Y mientras en otros lugares las ferias de libros tratan de hacer algo para salir del hoyo, en esta Amazonía la cosa es peor.
No existen ya las ferias de libros que de todas maneras eran eventos importantes para incentivar la lectura. Ahora lo que más hay son celebraciones huachafas como eso del ardiente pisco, del pollo crocante, del chicarrón como desayuno. Faltan otros platos y otros tragos, por lo demás. Y, lo peor de todo eso, es que surgen eventos corchos, celebraciones banales, conmemoraciones anodinas en el campo de la literatura y del arte que empeoran la situación. A ese paso terrible, la Amazonía podría convertirse en un lugar de bobos solo aptos para hacer payasadas a cada rato.