En los primeros días del año 2019 los promontorios de basura se siguieron acumulando en Iquitos. Era como una avalancha indetenible que desbordaba las esquinas, las veredas, las mismas calles. Los carros recogedores lanzados por el alcalde entrante no se daban abasto y finalmente naufragaban en su intento de acabar con los desperdicios.  El plan de limpieza de Iquitos fracasó estrepitosamente. En esas circunstancias de desastre es que apareció el alcalde Francisco
Sanjurjo. En medio de los desperdicios que los vecinos acumulaban descaradamente, vestido con un uniforme de la baja policía, portando una escoba y un rastrillo eventual, dijo que personalmente se iba a encargar de acabar con la basura de todos los días. Fue así como comenzó esa descomunal campaña de limpieza personal  de los desperdicios de la ciudad.

Desde las 3 de la mañana el burgomaestre salía con su carretilla y se iba de frente a atacar los basurales amontonados. Luego se iba hacia otros lugares juntando los desperdicios recientes que la gente acarreaba descaradamente. En esa jornada se le iba el día y la noche a la autoridad edil y no podía disminuir los desperdicios que aumentaban velozmente. Estaba derrotado, pero no podía dejar a la urbe abandonada a su suerte invadida por roedores, alimañas y gallinazos. Así que decidió contratar a ese experto en limpieza pública, ese baja policía consumado, ese aguerrido competidor de los desperdicios: Gerson Lecca. Este dejó de realizar labores de limpieza en Belén y con sus colaboradores se sumó a la gesta para limpiar Iquitos. La basura entonces iba a desaparecer finalmente. Pero algo malo pasó.   

Extrañamente, como puestos de acuerdo o como poseídos por algún mal, los vecinos y vecinas de tantas  calles aumentaron la producción diaria de la basura. Era entonces común y corriente que no se pudiera caminar por las calles debido a la presencia de los desperdicios acumulados. En esas condiciones de caos, el infalible Gerson Lecca tuvo que renunciar a su labor de limpieza, dejando a la ciudad convertido en un enorme basural.