El LIBRO RENEGADO
Hace poco llegó a mis manos un libro (porque así lo llaman), una publicación presupuestada por una Municipalidad que en verdad, y es lamentable decirlo, que ese objeto manipulado, renegado, como si fuera un hijo no deseado, haya salido a la luz con todos esos defectos y que por eso pudiera ser llamado cualquier otra cosa menos libro.
Y no que sea por el nombre tan sagrado que me haya molestado las características, aquella anomalía que carga el pobre objeto, sino que una entidad pública, que debe estar avocada a los servicios del pueblo mienta de esa manera a todo un pueblo que aquel objeto, que esa entidad financió, y que por supuesto lleva su propaganda atrás, (lo típico de las entidades con pensamientos provincianos y tercermundista que para que todo el mundo se entere debe ponerse el escudo de su entidad detrás de un objeto que cumple una sola función y debe ser respetada) sea llamado libro.
“Maravillas de la selva, cuentos, mitos y leyendas Amazónicas”, del improvisado escritor Julio Solisbando Laulate, ha sido editado, impreso y juntado de una manera que algunos lo denominaron como obra literaria y que apareció para el gusto y disgusto de muchos y pocos por las características que tienen los textos de aquel objeto forzado a ser algo que no es y que por la forma como ha sido hecho, da un concepto ajeno a lo que no es el libro. Que se quiera estupidizar más a la gente que cualquier papel reunido, hecho con mala gana, reunidas bajo una carátula de colores opacos y con dibujos típicos de la estupidez pueda querer ganarse un nombre que no lo aspira tener.
Yo no sé cómo personas del ámbito profesional, padres de pueblos, y hasta un regidor que tiene experiencia en la formación de tantas generaciones de docentes de la ciudad de Requena, se hayan prestado para querer sorprender al buen público lector que tiene la ciudad con esa criatura rara a quien le pusieron el nombre de libro sin tenerlo.
Es de mi poco interés de lo que diga el autor o no en ese objeto (aunque solo les digo que es lo mismo de siempre, que los mitos vuelven a ser manipulados, trastocados, contado a su manera, con una prosa floja, con ganas de ser mala, y sin una sola pisca de talento narrativo de calidad que pueda ser una novedad en un hombre que después de jubilarse quiera dedicarse a este oficio que nace con uno y que se va construyendo a lo largo de toda nuestra vida en las lecturas y los intentos por querer llegar a una obra que nos haga sentir bien con uno mismo) para solo centrarme en las características de un folletín que amontona papel y que lo denominan como un objeto indispensable en las escuelas de la ciudad para la formación de tantos niños y adolescentes.
Desde ya entonces se enseña al pueblo qué es la falsa idea de un libro, acostumbrando al pueblo que cualquier cosa que se diga en un papel con carátula de cartulina se llame libro. Acostumbrar a todo un pueblo a la tan baja calidad prosística a la que a veces siempre se les tiene acostumbrado desde la escuela, porque hay seudos escritores que se meten a las escuelas con el cuento que sus libros son oportunos para la desarrollo de capacidades lectoras en las horas del plan lector, calificándolos, ellos mismos, de literatura amazónica, la misma que arrastra esa cadena tan pesada que siempre se vino hacia nosotros como literatura sin nivel y que los maestros de este oficio tengan que decirnos que somos un pueblo que nos acostumbraron a leer libros malos.
Por supuesto que este objeto ayuda a seguir siendo mal vistos como un pueblo sin la menor idea de lo que es un libro. A las justas tiene una presentación. Las características son deplorables (no tiene los pagos y las inscripciones hechas para ser reconocido como tal) y la organización interna parece ser hecha por un estudiante de primaria.
No sé hasta cuando se seguirá mintiendo al pueblo con cualquier cosa que quiera ser llamado libro. Acostumbremos a nuestros estudiantes a leer libros de calidad si queremos tener una mejor sociedad y mejores hombres, y por supuesto, mejores escritores con conceptos correctos de lo que es un libro, objeto sagrado del pensamiento humano.
Creo que todo esfuerzo por desarrollar la lectura en un pueblo a través de libros o cualquier otro medio de comunicacion, debe ser revisado y analizado antes de ser lanzado para su consumo. Tal vez el intento de estas personas puede ser un paso importante en el logro de ese objetivo. No aportamos nada dedicando todo una pagina a criticar ese esfuerzo. Todo error debe ser enmendado con propuestas para mejorar, orientando, sugiriendo, aportando. No olvidar que estamos últimos (una verguenza) en la última evaluación (2012) del Minedu.
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