Los organizadores de la Feria Internacional del Libro de Bogotá están muy contentos porque han superado los 450 mil visitantes (4.5% más que el año pasado) y las ventas fueron superiores al 10% con relación al año pasado, es decir 11 millones 600 mil dólares. Cifras suficientes para que el presidente de la Cámara Colombiana del Libro, Enrique Gonzáles, muestre su satisfacción y diga que esta versión fue la mejor de toda la historia de 27 ya organizadas. Y en esta oportunidad ha tenido como invitado especial a Perú.
Los organizadores de la Feria del Libro de Buenos Aires están contentos porque han superado el millón 200 visitantes (7% mayor al del año pasado) y las ventas han sido superiores en 20% con relación a la versión del 2013. Jorge Capitanich, jefe de Gabinete del Gobierno Argentino, ha dado declaraciones emocionantes ante estas cifras que coloca a su país en el centro de la literatura sudamericana. Ha tenido a Sao Paulo como ciudad invitada.
Varias lecciones locales se debe sacar de ambas ferias. Que como capital peruana estamos lejos de llegar a esos estándares, siquiera de la capital colombiana y menos a la capital argentina. Porque los organizadores han comprendido que la lectura tiene que ir acompañada de una buena estrategia publicitaria y que el impulso principal tiene que llegar desde el lado estatal. Siendo, quizás, la empresa privada la beneficiada en términos monetarios lo que gana el país con visitantes multiplicadores y adquisiciones en librerías –además del impulso directo al turismo- es incalculable. Pero nadie duda de la efectividad. Que como capital regional tenemos que aprender de una vez por todas que no por pequeñas las actividades tienen que estar impregnadas de mediocridad, improvisación y mezquindades. Vamos, hay que decirlo con claridad. Si no estamos en condiciones de organizar una feria del libro que merezca esa denominación hay que empeñarnos en levantar las cifras de lectores (especialmente en los colegios) y de ahí que venga como consecuencia lógica la elevación en comprensión lectora. Todo ello traerá como consecuencia que se eleve la demanda de libros, de autores universales y locales.
Para ello tenemos que integrarnos al circuito nacional, primero y, después –aunque sea en paralelo- al internacional. Loreto tiene que estar presente en todas las ferias de libros que se organizan en el país. Sea Huancayo, Trujillo, Arequipa o Lima no hay justificación para que estemos ausentes. Con libros y expositores de nuestra riqueza literaria y cultural. Para ello tenemos que meternos aunque sea por los palos. Sin lamentos pero firmes. Sin lloriqueos pero evidenciado si la discriminación asoma a la puerta. Tenemos que ganar esos espacios. Y esa lucha es interna. Porque si el Perú fue invitado especial en la FILBO 2014 no se sintió la presencia amazónica, a pesar que tenemos más de la mitad del territorio nacional y, por lo menos, dos poetas ganadores del Premio Copé que debieron estar en Bogotá. Pero hay que hacer camino al andar y en eso tenemos que perseverar.