EL JUICIO DEL ORO NEGRO

El 15 de enero de 1999 una nave de la empresa Shell, La Estrella Pampeana, se reventó contra el Sea Parana en el curso del Río de la Plata, derramando 5,400 litros de petróleo crudo en esas aguas. El lugar más afectado fue el municipio de Magdalena, provincia de Buenos Aires. Después la casa consistorial de ese lugar presentó una denuncia contra la empresa norteamericana por 35 millones de dólares. La contra oferta, el juicio, los abogados, los tinterillos, no interesan ahora. Importa que lo mismo se puede hacer ante los 10,000 barriles de petróleo que acaban de contaminar el río Napo.

Porque en el presente, creemos, no basta lo que siempre se hace en estos casos. Es decir, golpes de pecho y espalda, declaraciones y escritos dolidos y dolorosos, reuniones y reuniones hasta tarde, planes de contingencia, operativos de limpieza, estudios sobre daños y perjuicios para más tarde, para nunca.  Y, luego,  a bailar la rumba hasta que haga su labor el olvido. Se trata ahora de otra cosa. De una tragedia de consecuencias incalculables que afectará a toda la población, la flora, la fauna, de una vasta zona de esta región tradicionalmente marginada, hasta de la matanza de perros. Es por ello, suponemos, que se puede imitar el ejemplo argentino, ya que entre nosotros los dueños del petróleo no pagan ni una multa al policía de tránsito cuando estallan los derrames del oro negro.

“La danza del petrolero”, el vacilón del rey del oro negro, tema pegajoso que puso de moda el conjunto de los Wemblers, es hoy por hoy una cumbia macabra, un joropo siniestro. Nunca hubo ninguna fiesta entre las comunidades y aldeas que sufrieron durante años los efectos de la explotación de ese recurso. Y esos 10 mil barriles son peores, todavía. Porque, de acuerdo a los entendidos, todo derrame del oro negro es irreversible. No se puede limpiar en serio el área afectada. Nunca. Lo único que queda entonces es tratar de paliar o disimular sus efectos perniciosos. Y una paga monetaria serviría para de alguna manera beneficiar a los afectados (as).

 

1 COMENTARIO

  1. Bueno. Eso es una muestra de lo que siempre opiné desde que era adolecente en época de 1970 y veía a mis amigos irse a trabajar en faenas de petróleo.- Que todo eso siempre ha sido un cegadero de luces para la sociedad que vive en la selva peruana; sin ningún beneficio real en el largo plazo y sí muchas dificultades perennes que siempre van a estar allí. Ya no importa el sentido o tendencia del gobierno de turno ( militares izquierdistas, populistas, apristas centristas y algunos indecifrables que pululan en los gobiernos recientes) por que por siglos la región entera ha sido solamente saqueada y olvidada a propósito.

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