EL HOMBRE AMAZÓNICO (3)

El hombre amazónico nace de la soledad y del silencio. Su aparición silenciosa llena de misterio, y de un indeterminado tiempo, llena su soledad en la floresta que hace que sea un ser con origen en la soledad. Su génesis no está inscrito en los libros sagrados; su peregrinaje quedó inscrito en cada terreno que ambuló por lugares desconocidos para llegar a apoderarse de la Amazonía y  hacerle suya. Su paso es eterno hasta dejar impresa su marca en la selva. Su origen se pierde en la preservación de su existencia. El hombre amazónico es un peregrino que busca la tierra soñada y que le lleva a indagar una verdad por esos caminos espinosos, a viajar en canoa por meses y tantas leguas, como si en su mapa mental heredado de los astros estuviera la ruta para llegar a dar con la tierra anhelada; porque el hombre amazónico es un andariego buscando ocultar su origen que no se presta a estudio y que hace que su génesis sea un misterio más, un linaje que se oculta en la maraña y en su andar por toda la selva de Latinoamérica.

No existe un manual para entender el origen del hombre amazónico, como si en su andar hubiera ocultado su huella andariega que hace inexplicable su presencia en la orilla del río. Anduvieron bajo los ojos de la sombra, incompletos, inseguros, inestables en la determinación del lugar para levantar sus malocas. El avanzar estaba siempre lleno de incertidumbre por su soledad que siempre soleaba sus coronas, peregrinajes que ahora cuesta construir para entender su silencio en la comarca de sus tardes ocultas por la sombra del silencio.

El hombre amazónico es soledad y silencio a la vez desde su origen hasta su aparición en la Amazonía. Se comunica en la soledad del lenguaje con mirada profunda, con ritos aprendidos de los dioses del cosmos. La única información que se tiene de ellos mismos es mediante el mito construido para destruir su soledad. Quieren entenderse, explicarse su existencia mediante esa filosofía renegada por el estructurado y ortodoxo racionalismo: el mito. El mito deja de ser silencio en la razón del hombre amazónico y mediante esa charla mitológica busca entenderse y entender el mundo para no seguir sintiéndose solo. En su complejo de soledad crea sus dioses para no estar solo en su existencia. Entonces el mito no solo es una vana explicación irracional y hojarasca de una verdad, sino que en el mito se funda la búsqueda de algo: la armonía. La paz en el hombre amazónico se teje mediante ese mito de la tierra sin mal para dejar su origen lleno de soledad y volverse a fundar con un nuevo origen mediante una práctica que le hace diferente de los demás hombres. Entonces el hombre amazónico busca explicarse mediante sus mitos un origen que debe volverse a fundarse en la razón del cosmos para existir nuevamente y llenar ese vacío dejado por las huellas oscuras de su andariego traslado a las tierras de la Amazonía oculta bajo los espesos ramajes. El origen del hombre amazónico quiere volver a dar con su existencia mediante mito y apartar de ello a su soledad existencial y volver a renacer en una nueva existencia con silencio y llena de rito. Son los dioses que le enseñan a vivir de aquellas plantas que tienen sabiduría y que se meten a los sueños para dar clase de medicina. Dentro de la explicación racionalista y ortodoxa positivista,  las plantas no pueden enseñar como curar, práctica que el hombre amazónico es muy conocedor. Una sabiduría que desconoce de racionalismo y se alimenta de mito. Una sabiduría que resulta recompensa por todo el tiempo de peregrinaje de los que estaban en busca de armonía  y sabiduría.

El hombre amazónico en su lenguaje silencioso y de soledad funda su existencia en la tierra amazónica y hereda la sabiduría de las plantas que les da sabiduría mediante la dieta. La búsqueda de una tierra mediante el mito es la mejor explicación de su propia existencia, la que se convierte en otra ciencia, una ciencia aislada por el racionalismo pero que tiene una verdad que ha sido heredada siglos por siglos y que a pesar de la reducción por los evangelizadores en otros tiempos de la florida, es una ciencia que hasta el día de hoy sigue mostrando puras verdades.

Por: Gerald  Rodríguez. N