El futuro en la lavandería
Es posible que la lavandería en Iquitos sea el oficio más numeroso, socorrido, tolerado. No escribimos sobre los lugares donde se lava ropa que en estos tiempos han aumentado. Lavar es más que poner prendas en máquinas con agua y jabón. Es una profesión que tiene que ver con los bajos fondos, la crónica roja. El riesgo de caer en cualquier momento. Como ya habrán sospechado, escribimos sobre la lavandería de dinero ilícito, hampón, surgido del siempre poderoso narcotráfico. No es que los forajidos laven los billetes mal habidos con lejía y escobilla y les soleen luego para que no quede huellas del pillaje. Consiste en adquirir cosas o bienes, en comprar locales y negocios, generalmente con la intervención de testaferros, para evitar que esos empresarios al revés sean pillados.
La lavandería de dinero mal habido no es una inversión que solo afecta a la alcantarillista Iquitos. Es un servicio extendido en toda la tierra. El lavado es universal. Y no de prendas ni de ropa sucia. De vez en cuando, cada cierto tiempo, cae algún lavador y se derrumba todo un mundo. Ese mundo armado sobre columnas de barro y que tantas personas sostienen. Desde las sombras del delito. Desde luego, no es fácil detectar las malas artes de los lavadores de billete. Requiere de tiempo, de gasto y de habilidad de los sabuesos de la tombería.
La lavandería, y no de ropa, es el verdadero negocio todos los años. Genera fortunas, lujos, gastos increíbles. Lo único malo es que en cualquier momento todo se acaba. Como ocurrió con el dueño de “Alfa”. Considerando que todos los bienes incautados, que incluyen verdaderas mansiones, es impresionante, se debería acelerar las investigaciones de otros lavadores. Y no de motos. Para que de esa manera las cosas mejoren en la infraestructura estatal. Entonces, el verdadero futuro nuestro podría estar en desmantelar el vasto negocio de la lavandería equívoca.