Marina Navarro:
El centro de salud más cercano a Cuninico está a una hora y media de distancia en lancha motora, y no cuenta con los especialistas requeridos para cubrir las necesidades de una población local expuesta a metales tóxicos.
El gobierno peruano está desatendiendo la salud de cientos de personas indígenas cuyas únicas fuentes de agua están contaminadas con metales tóxicos y que carecen de acceso a atención de salud adecuada. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional en un nuevo informe de investigación publicado ayer.
El estado tóxico revela la manera en que el gobierno peruano ha incumplido su deber de proporcionar atención médica adecuada a las comunidades indígenas de Cuninico y Espinar, en las regiones amazónica y andina del país, respectivamente. Los estudios han concluido que las únicas fuentes de agua potable de estas comunidades se han contaminado con metales tóxicos nocivos para la salud humana.
“El hecho de que las autoridades peruanas opten por no hacer casi nada ante la evidencia de que cientos de personas indígenas han estado expuestas a metales tóxicos no sólo es cruel, sino que constituye una violación del derecho de estas comunidades a la salud.” Manifestó Marina Navarro presidenta del Directorio Amnistía Internacional.
Miembros de la comunidad de Cuninico, dijeron a Amnistía Internacional que, en 2014, el agua del río y el pescado, de los que depende la comunidad, empezaron a tener un sabor extraño. Y sufren calambres en el estómago, ardor al orinar, alergias, erupciones cutáneas y abortos. Afirman que sus hijos e hijas sufren muchos síntomas similares y en la escuela no se pueden concentrar.