ALBUQUERQUE, Nuevo México — Si entras en El Súper, un supermercado en expansión en el mismo valle donde buscadores de fortuna a caballo reclamaron las tierras hace casi cuatro siglos de una de las posesiones más remotas de España, verás que el idioma que trajeron con ellos todavía perdura.
El reguetón, el género musical nacido en Puerto Rico, resuena en los altoparlantes. Los compradores, con acentos del norte de México, negocian las ofertas. Hay letreros en español que indican los departamentos de la tienda, como carnicería, panadería, salchichonería y tortillería; así, para quienes hablan el idioma de Miguel de Cervantes, encontrar los artículos es muy sencillo.
“Todo lo que necesito está en español”, dijo Vanessa Quezada, de 23 años, una inmigrante del estado mexicano de Chihuahua, haciendo gestos hacia la sucursal del First Convenience Bank, donde los cajeros saludan a la gente con una sonrisa y la frase “Buenas tardes”.
En efecto, Estados Unidos emerge como un amplio laboratorio que exhibe la extraordinaria resistencia del español, sin importar el clima político.
Con base en una enorme masa de hablantes nativos, Estados Unidos ahora tiene, según algunos cálculos, más de 50 millones de hispanohablantes; es decir, existen más personas que hablan español en Estados Unidos que en España. En una superpotencia donde se habla el inglés, la cadena de televisión en español Univisión pelea con ABC, CBS, FOX y NBC por conseguir los más altos niveles de audiencia. ¿La canción compuesta en Estados Unidos más exitosa del mundo durante el verano? “Despacito“.
Al mismo tiempo, más de 20 estados han promulgado leyes para hacer que el inglés sea el idioma oficial, el presidente Trump ganó la elección con una plataforma que incluía la promesa de construir un muro fronterizo y su propuesta para fijar nuevos límites en la migración legal requeriría que los solicitantes hablen inglés para obtener su residencia legal.
Juan Rodríguez, de 44 años, un inmigrante colombiano que es propietario de La Reina, una estación de radio en español en Des Moines, Iowa, dijo que “son días de muchísima incertidumbre” para algunos hispanohablantes, especialmente inmigrantes que no tienen papeles que tratan de ser vistos y escuchados con menos frecuencia ahora que el presidente ha convertido a la deportación en una prioridad.
“Pero ese miedo no nos impide de vivir nuestras vidas en español”, agregó Rodríguez. “Iowa puede ser estado de English-only, pero es nuestro estado también”.
Alrededor del mundo, la posición del inglés como el idioma universal parece no tener rival por el momento. Estados Unidos proyecta su influencia del inglés en sectores como las finanzas, la cultura, la ciencia y la guerra.
Pero a nivel global, el chino mandarín deja muy atrás al inglés en hablantes nativos, al colocarse en el primer lugar con 898 millones de personas, seguido del español con 437 millones, de acuerdo con Ethnologue —un compendio de los idiomas del mundo—. Después se ubica el inglés con 372 millones, seguido del árabe, el hindú, el bengalí, el portugués y el ruso.
La inmigración desde América Latina ha fortalecido el uso del español en Estados Unidos en las décadas recientes, pero los académicos dicen que otros factores también tienen relación. Por ejemplo, los que involucran historia, el alcance global del idioma y las maneras en que las personas se mueven a través del mundo hispanohablante.
Autoridades en algunas áreas de Estados Unidos han discutido varias veces sobre cómo detener la expansión del español, como el exsuperintendente de Educación Pública de Arizona que afirmó que todos los medios de comunicación en español deberían ser silenciados. Un juez rechazó esta semana otra iniciativa del mismo funcionario para prohibir el programa de Estudios Mexicanos-Estadounidenses de Arizona. El juez determinó que la prohibición estaba “motivada por una animadversión racial”.
Los lingüistas rastrean en decisiones tomadas mucho antes de que España comenzara a colonizar el Nuevo Mundo (en 1492) cómo fue que el español llegó al codiciado momento que disfruta ahora.
Como el escritor mexicano Carlos Fuentes explicó en su libro El espejo enterrado, en el siglo XIII el rey español Alfonso X formó un grupo de expertos cosmopolitas conformado por intelectuales judíos, traductores árabes y trovadores cristianos, quienes promovieron el español como un idioma del conocimiento en un momento en el cual el latín y el árabe todavía tenían prestigio en la península ibérica.
El monarca y sus sabios forjaron el español en un idioma excepcionalmente bien organizado con estándares fonéticos, convirtiéndolo relativamente accesible para algunos aprendices. Se cree que fueron orillados a seguir una política de “castellano drecho” (“drecho” es una forma antigua de escribir “derecho” y se refería al castellano derecho o correcto), dándole al idioma un propósito.
Aún en la actualidad, el español permanece entendible alrededor del mundo en un nivel notable. La prueba es que, por ejemplo, alguien de las pampas en la Patagonia en Argentina puede conversar con un visitante de la Guinea Ecuatorial, uno de los exportadores de petróleo más grandes de África.
Con base en la entropía (un concepto físico para medir el desorden), Jean-Benoît Nadeau y Julie Barlow, los autores canadienses de un libro de 2013 que traza la evolución del español, describen la medida en que el idioma se extendió geográficamente sobre un amplio rango de países.
En comparación, el chino mandarían califica bajo en la escala de entropía porque la mayoría de quienes lo hablan viven en el mismo país. El inglés hace alarde de una mayor entropía, pero el español, el lenguaje predominante en más de 20 países, se ubica en el primer lugar, seguido del árabe.
La competencia de Estados Unidos con España y partes de América Latina ejemplifica cómo el movimiento de las personas a través del mundo de habla hispana lleva al español en nuevas direcciones.
En el área metropolitana de Los Ángeles, en donde viven más de cuatro millones de hispanohablantes —más que la población total de Uruguay—, los lingüistas dicen que un nuevo dialecto se ha creado conforme diferentes tipos de español entran en contacto. Aquí, en Nuevo México, una afluencia de inmigrantes mexicanos y centroamericanos está nutriendo y modificando una variación del español que ha persistido desde el siglo XVI.
El bar Ojos Locos en Albuquerque ofrece una prueba de cómo está cambiando el español; al igual que El Super, es parte de una cadena fundada en Estados Unidos dirigida al mercado latino. “Una ‘cantina’ de deportes no es nada sin auténtica y deliciosa ‘comida’ mexicana —más tacos, más alitas y más cerveza—”, se puede leer en el sitio web de Ojos Locos. Había todos esos ingredientes en abundancia un domingo reciente cuando la Selección Mexicana jugó contra Jamaica y el español de México parecía ser el idioma dominante en el lugar.
Sin embargo, algunas mesas mezclaban sin esfuerzo el inglés y el español, especialmente aquellas en las que niños acompañaban a sus padres, mientras otros (incluidas mesas en las que había parejas de diferentes orígenes étnicos) lanzaban gritos de apoyo, conversaban y hasta decían insultos (México perdió el partido 1 a 0) casi por completo en inglés mientras bebían sus margaritas.
Las maneras en que las familias usan los idiomas en la mesa de sus hogares también demuestra comó el español está cambiando. En la familia Nava, que se mudó a Nuevo México desde el norte de México hace más de 20 años, los abuelos discuten apasionadamente en español el desempeño de su equipo de fútbol americano, los Vaqueros de Dallas. Pero cuando sus hijos, quienes ya son adultos, hablan entre ellos, lo hacen en spanglish. ¿Y el idioma de sus nietos? Principalmente, el inglés, con palabras en español salpicadas en ciertos momentos.
“Nuestra verdadera comunicación es en spanglish”, dijo Cindy Nava, de 29 años, una analista de políticas en el Congreso de Nuevo México, quien llegó a Estados Unidos a la edad de 7 años. “Pero todavía reconocemos la importancia de hablar español correctamente”.
Aunque irrita a algunos amantes de la gramática, el spanglish efectivamente está ganando terreno. Es evidente en la manera en la que hablan los personajes en las telenovelas, las letras de las canciones de reguetón de Daddy Yankee o comerciales como el de Wendy’s donde una pareja se conecta a través de hamburguesas con queso y tocino servidas en “pan de pretzel”.
Ilan Stavans, un profesor de Cultura Latina en Amherst College que ha traducido clásicos como “Don Quijote” de Cervantes y “El principito” de Saint-Exupéry al spanglish, argumenta que estamos presenciando “el surgimiento de algo totalmente nuevo, de ninguna manera puro, un idioma mestizo”.
Mucho antes de que el presidente Trump fuera elegido, el crecimiento y la perdurabilidad del español habían causado preocupación y llevó a las leyes de idioma oficial que en algunos casos limitan el uso de cualquier otro idioma que no sea inglés en oficinas gubernamentales y en documentos; en otros casos son prácticamente simbólicas.
Rosalie Porter, quien llegó a Estados Unidos cuando era una niña desde Italia y ahora es la presidenta de una organización que busca terminar con la educación bilingüe y declarar al inglés como el idioma oficial de Estados Unidos, dijo: “Cuando yo era una niña inmigrante, mi lengua no era políticamente correcta”.
“Ahora es diferente”, dijo Porter, cuyo grupo, ProEnglish, fue fundado por John Tanton, un médico de Michigan que inició varias organizaciones que buscan restringir la inmigración. “Los inmigrantes disfrutan mucha mayor visibilidad”, agregó ella, haciendo énfasis que en que entiende las razones económicas detrás del crecimiento de los medios de comunicación en español.
Aun sin contar los esfuerzos políticos, el crecimiento continuo del español en Estados Unidos no está asegurado. Los lingüistas han documentado cómo las nuevas generaciones de latinos en el país están cambiando de manera sostenida hacia el inglés, del mismo modo que otros inmigrantes lo han hecho.
Pero si el pasado sirve de guía, el español continuará evolucionando y perdurando.
“En muchos lugares de Estados Unidos, el inglés y el español están en la cama juntos, un contacto que es al mismo tiempo reproductivo y excitante”, dijo Junot Díaz, el escritor que de forma maestra explora la experiencia inmigrante en Estados Unidos, principalmente a través de los esfuerzos de su protagonista dominicano que habla spanglish: Yunior.
“Para muchos de nosotros el español es el camino hacia el amor y, como ha probado la historia, nadie puede legislar para quitarnos el amor”.