Los justos ganadores de la infinitas rifas, sendas apuestas que realiza a diario el partido Fuerza Popular para agenciarse de fondos para la millonaria campaña electoral que corre, dejaron de lado su colaboración a ese colectivo y decidieron cobrar los premios que no habían cobrado. Ocurrió por aquel tiempo que los citados se cansaron de aportar a los fujimoristas sin recibir nada a cambio y quisieron mejor que se les entregaran los aparatos que habían ganado. Ello ocasionó una verdadera crisis en dicho partido ya que no había de donde sacar tantos premios. Por lo demás, esa cobranza era un golpe bajo al único ingreso que tenía la campaña presidencial de Keiko Sofía, según sus propias palabras.
Como todo el mundo sabe, la disputada rifa, ese difundido juego de azar, era la mejor manera de agenciarse de fondos para la reñida y costosa empresa de volver a conquistar el poder peruano. Un aporte importante era que los ganadores no se llevaban lo que ganaban dejando un lote completo de premios para los demás. Tanta generosidad no podía durar eternamente. Y no duró. Los fujimoristas, por su parte, se niegan a entregar los premios retroactivamente aduciendo que ello violaría la palabra empeñada. Además, sostienen, que esa cobranza retrasada es un verdadero atentado a sus ingresos riferos.
El sonado caso ha llegado a los predios de la justicia, donde se definirá si tienen la razón los ganadores de las rifas o los fujimoristas. Estos si es que pierden ante la ley tendrán que abandonar las costosas y suculentas rifas y buscar otro juego de azar para seguir invirtiendo en la gastadora campaña electoral. También, por primera vez, los santos fujimoristas podrán tocar las puertas de los conocidos financistas de campañas que siempre están dispuestos a gastar fortunas para después cobrar con creces.