El edicto  imposible

El discreto arbolito navideño,  de plástico como no podía ser de otra manera,  sufrió un corto circuito y apareció un incendio que enlutó a 50 familias,  en Lima.  El recio cohete y el alegre buscapiés  reventaron con júbilo cristiano pero causaron mutilaciones,  en Ayacucho.  El pastel pascual, pero a base de marihuana,  intoxicó  a ocho ciudadanos españoles.  La lista de tragedias en la noche de paz podría seguir.  Ninguna de las víctimas  era masoquista  o suicida,  y querían celebrar como tantos de nosotros el nacimiento del Salvador.  Y les ocurrieron desgracias en plena fiesta.   

En las sonoras parrandas de este Año Nuevo, donde la amanecida, los diablos azules y otras manifestaciones intoxicantes del exceso del  chuchurrín o de otro licor,  se suelen manifestar,  es conveniente tomar medidas. Si el trabajo molesta su diversión, deje el trabajo. Si tienes carro y gustas beber tus aguas y manejar, vende tu auto  o bebe  agua de mesa sin un ron adentro. Considera  que la vida no se acaba con el fin del 2011. Piensa  que el 2011 tiene también 365 días bastante hábiles para hacer tantas cosas.  No beber en exceso, por decir algo.

El burgomaestre del distrito de Jesús María ha prohibido el incendio colectivo, la quema de figuras. Es cierto, esa medida podría ser interesada, lanzada contra algunos vecinos que pretenden  achicharrar su figura.  Pero no nos parece mal que se evite el peligro del fuego entre tanto festejante y su botella.  No nos parece nada mal que se regule ese siniestro peligroso debido al Cambio Climático.  Nadie debe padecer o morir en tiempos de vacilón populoso. Así las cosas, el edicto edil que frene los arrestos quemantes es imposible pues el alcalde no es habido. Pero se podría nombrar una comisión de notables que, en parapentes o balsas o aviones,  busquen a Charles Zevallos por toda la tierra. Solo para que firme el edicto de marras. Después, que el inepto burgomaestre regrese o no a su oficina.  no tiene ninguna importancia.