En este mundo de los diarios y del arte de envolver pescados la diferencia entre los que es noticia y no lo les, hay una delgada línea poco visible y ambigua. Un diario supuestamente “serio” publicó una fotografía de la supuesta operación a Hugo Chávez, y en realidad no lo era. Les hicieron tragar gato por liebre, nunca mejor dicho ese aforismo. Tanta era la poca empatía con ese político que le hicieron pisar palito con unas fotografías trucadas y que no pasó el respectivo test de control. O que este mismo diario se preste como trinchera para atacar a un grupo de izquierdas perdiendo la sindéresis del buen periodismo. Pero seguro que ejemplos hay muchos como el diario Perú 21 en Perú que se fabricó una noticia que no era cierta para enlodar a un adversario político. Y a nivel de la floresta, el periodismo nunca fue un buen ejemplo, salvo excepciones, claro esta. Ningún periodista, hombre o mujer, en el marjal está inmaculado, huelen a pezuña como casi todos los seres humanos, salvo los santos y las santas del cenagal. Suelto este rollo de los diarios y los que trabajan en él porque está entrando, peligrosamente y con ánimo de quedarse, a la categoría de noticias las tontas imágenes que salen en Internet y se convierten en viral. Lo podemos ver en medios hablados y escritos. La televisión es el nicho perfecto para estas naderías, te lo repasan en la cara no sé cuentas veces (inmediatamente salto de un canal a otro con el mando a distancia, intento eludir a la estupidez humana). Bueno, uno puede decir resignadamente, es la televisión. Pero que estas fruslerías lleguen a la redacción de un diario escrito es para decir, apaga y vámonos. Están haciendo picadillo a los libros de estilo. Un niño que llora porque tiene un nuevo hermanito (cultiva la noñería de los bípedos implumes) o que un pata se cae de cabeza borracho y provoca la risa fácil. Eso no puede estar en la categoría de noticia. Puede tener otro apartado pero no es noticia. Quizás para estos tiempos estamos pidiendo demasiado donde la lectura, de la buena, en muchas redacciones provoca dolores de cabeza en las y los redactores.

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