El antiguo alcalde de Belén, Richard Vásquez,  se dedica ahora a la música. Dirigiendo los destinos de la orquesta del escándalo  que le valió el puesto de alcalde, recorre los pueblos y caseríos de la floresta. En esos lugares ofrece la amenidad del vasto repertorio del conjunto para celebrar cualquier evento, inclusive un simple cumpleaños. En su agenda de viajero sin puerto, esta recorrer todo el territorio verde y oriental, ofreciendo animados  conciertos para alegrar la vida de los seres secularmente marginados. El largo y complicado itinerario no es un simple amor a la música, sino la demostración rotunda de que la cuestionada orquesta había sido fundada para servir al pueblo.

El instrumento que toca con talento el antiguo alcalde es la flauta. Desde su puesto de concertista dirige los destinos de los demás integrantes de la orquesta. Antes,  las canciones que tocaban eran de otros autores y compositores. Ahora,  la orquesta solo toca las canciones inspiradas por Richard Vásquez que de la noche a la mañana dejó escapar los manantiales de su sentida inspiración, volcando todos sus encendidos sentimientos de autoridad que en el pasado había contratado los servicios de la  orquesta de su propia esposa.   No como un negocio sino como un servicio a los demás.

Desde su puesto de director de la orquesta, Richard Vásquez sueña con realizar una campaña más extensa que incluirá a todo el Perú, país que recorrerá ofreciendo los recitales a las gentes pobres que no pueden pagar una orquesta para divertirse.  Para sobrevivir, la orquesta hará convenios con diferentes alcaldes que le contratarán para que amenice las diferentes fiestas que estallan de un momento a otro en cualquier parte. No está demás decir que dentro de poco la orquesta de Richard Vásquez editará  sus primeras canciones para beneplácito y fiesta de sus seguidores y fanáticos.