El desesperado sembrío ilegal
El modesto pueblo español de Resquera podría convertirse en el primer condado de la tierra en sembrar, cosechar y hasta comercializar la alucinante, carcajeante y hambreante marihuana. El insólito referéndum, donde resaltaba el tercermundista lema de que si no lo cultivamos nosotros, la cultivarán otros, dio un 53. 3% a favor de la incursión en el rubro de la cannabis. El desaforado promotor del cultivo, el alcalde Bernart Pellisa, justificó la incursión diciendo que iba a generar hasta 50 puestos de trabajo y, además, permitiría sanear la deuda edil de más de un millón de euros.
El optimista burgomaestre, sin embargo, dimitió del cargo dejando en la incertidumbre el plan marihuanero. Dimitió porque la votación no alcanzó el 75% como él quería. Es decir, suponemos, pretendía tener una fuerza local compacta para presionar contra el código penal español, donde el cultivo de esa planta es ilegal. No se sabe lo que ocurrirá después con el plan consistorial. Pero el hecho nos deja una muestra de la gravedad de la crisis española y europea. No es una cortina de humo la propuesta agraria. Es un acto de desesperación ante las arcas vacías, la disminución oficial del presupuesto, la falta de liquidez y otras lacras.
El catalán pueblo de Resquera queda a la distancia de un planeta de nuestra Amazonía, donde la crisis del “no hay plata” es permanente y donde la mayor cantidad de dinero se va en pagar a la ineficaz burocracia. Pero lo burgomaestres no tienen iniciativas para generar sus propios recursos, para acabar con la perpetua falta de liquidez. Esperan siempre con los brazos cruzados que se abra la ubre del presupuesto para hacer ciertas cosas. Unas pistas, fiestas semanales, mensuales, anuales. Y algo más. Los tiempos que corren son dignos de innovación. ¿Qué sembrío, legal desde luego, podrían promover nuestros alcaldes para dejar de decir “no hay plata”? ¿O no tienen nada que sembrar, ni cosechar, ni vender?