El Congreso peruano no sólo sirve para fomentar el interés de grupo en el poder o la oposición, discursear durante horas sin decir nada, trompearse de vez en cuando con el adversario, dormir con toda concha en cualquier escaño y cobrar una jugosa suma de dinero así no se haya hecho ni para el culantro. Sirve, además, para albergar a ocultos representantes de la mafia narcotraficante. Lo acaba de decir un experto en el tema, el señor Jaime Antezana. No dijo nombres pero sostuvo que por lo menos ocho parlamentarios recientemente elegidos ingresarán al recinto legislativo. Y no a dormir o comer pollo o robar luz. A servir a sus protervos intereses blanquistas.
En la declaración el aludido dijo que la región Loreto, una zona donde abundan los tocaches de última hora, los ricachones sospechosos y hasta los ajustes de cuentas entre bandas, tiene un congresista electo metido en el espinoso asunto droguero. No precisamente como consumidor de arrabal conocido por todos, de huarique nocturno que ni las más grandes batidas pueden exterminar. Ello nos debería preocupar porque entonces hemos metido la trompa y la pata a la hora de votar. Hemos elegido a alguien que debería estar en otra parte y no entre los escaños. En la cárcel. Y no de visita.
El hecho no es una novedad. En este país cocalero desde antes, coquero sin renuncia, pastelero hasta más no poder, drogadicto a la vista y paciencia de la misma policía, mafia y política no se detestan. Sería largo enumerar los momentos en que ambos rubros coincidieron. Lo que queda es exigir una seria y severa investigación sobre el particular. Sobre ese parlamentario verde que no tiene las manos limpias, aunque sí blancas. En lo posible hay que tratar de evitar que ese cáncer goce de impunidad. La mexicanización de estos predios podría estar a la vuelta de la esquina humeante.
Esa sí que es una mala noticia para los loretanos, que siempre «noveleros» han votado por personajes cuestionados, con pasados oscuros, o, como en este caso, vinculados al infame negocio del narcotráfico. ¿Cuándo cambiaremos nuestra peculiar idiosincracia de preferir al malo por conocer que al bueno conocido? Casi no se tiene memoria de algún congresista que haya hecho un buen trabajo por Loreto en los últimos años y lo hayan reeelegido. Augusto Vargas Fernández, del APRA, por ejemplo, ha pagado los platos rotos por la dirigencia nacional del PAP, y, a pesar de haber sido el impulsor de la Banda Ancha para Internet que pronto llegará, de la interconexión a la Red Eléctrica Nacional que está en camino, de la rebaja de los pasajes aéreos via eliminacion del IGV, y propuestas inteligentes y coherentes como el retorn0 a la bicameralidad, el voto no obligatorio, la representación de las etnias originarias en el Parlamento, la renovación por tercios de los congresistas, etc, etc, y de haber demostrado una trayectoria de honestidad que ni sus peores enemigos pueden contradecir sin caer en la calumnia, sin embargo la frivolidad de nuestro electorado no ha permitido que continúe con esta labor positiva, aunque con certeza que desde el llano seguirá con su incansable trayectoria de luchador por la libertad y la justicia que lo puso en la palestra desde las luchas contra la dictadura de Fujimori. Como es seguro que cualquiera sea el ganador de la segunda vuelta tendremos un gobierno autoritario y proclive al abuso ya la la violación de las libertades, entonces también con seguridad tendremos al chato Vargas defendiendo la libertad y los derechos humanos y civiles de los loretanos. Esa es la clase de representantes que se necesitan y no oscuros personajes involucrados en oscuros negocios. ¿Aprenderemos alguna vez?.
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