Percy Vílchez Vela
En uno de los suburbios finales de Punchana hay ahora un lugar donde se vende todo tipo de comida. El que atiende es un hombre joven, inquieto, dinámico, que alguna vez fue candidato a la alcaldía de ese distrito. El mismo en persona atiende a los comensales, lleva y trae los pedidos, sirve y cobra a dos manos. Luego que cierra el local se encarga de la limpieza, de las compras para el día siguiente. Después, desde las cuatro de la madrugada, se encarga de cocinar con verdadera pasión. Lejos están los tiempos en que pedía votos, en que aspiraba a ocupar el sillón consistorial, ejecutando diferentes faenas para conquistar a los sufragantes, pues ha decidido que su verdadero destino es ser cocinero. No cualquier cocinero, sino un cocinero innovador.
En su campaña de antes, en esas extenuantes jornadas, solía fomentar grandes comilonas para tratar de paliar el hambre que sufrían los votantes. Esas citas eran reuniones concurridas y el que menos salía con la panza contenta. El candidato de entonces solía pedir colaboración a los empresarios para preparar diferentes platos que eran saboreados por los que menos tenían, por los que vivían al día. En esas citas se dio cuenta de la demanda abundante, del hambre desbordado y fue ahí que vio el negocio del futuro. Sacó cuentas, hizo sumas y restas y arribó a la conclusión que cocinando iba a ganar más que siendo alcalde. Entonces abandonó toda pretensión de poder, mandó al techo sus discursos y promesas electorales y se dedicó a preparar el negocio de venta de comida.
En poco tiempo Olmex Escalante consiguió imponerse en el mercado gastronómico. Desde su floreciente negocio ahora despotrica de los políticos, llama a la ciudadanía a no votar en las elecciones y jura que no requerimos de autoridades elegidas por el voto popular. Es decir, aspira a vivir en un mundo sin políticos que cada cierto tiempo aparecen con cuentos y leyendas para conquistar votos.