Ante las notas desaprobatorias que le endilgaban muchos ciudadanos al final del año 2015, el gobernador Fernando Meléndez entró en una crisis personal. Desconcertado, inseguro, trató de encontrar una explicación a esas cifras que estaban en rojo. Extrañaba el color azul, extrañaba siquiera un once salvador. No podía creer que su gestión fuera tan mala. En alguna parte debían estar sus aciertos y las obras que hizo durante 365 días. Lo cosa hubiera quedado así, como una simple anécdota, pero entonces apareció un ciudadano poniendo la temible nota cero a su gestión.
Ello era grave desde cualquier punto de vista y declaraba que estaba jalado sin derecho a un examen de recuperación. Ese cero letal fue la razón para que el citado perdiera todo interés en gobernar y luego, sin consultar con nadie, decidió renunciar al cargo de gobernador. Y un buen día agarró sus corotos y se marchó del local del gobierno regional. Era el momento en que pasaba al llano para comenzar de cero. Es decir, para volver a la escuela procurando obtener las mayores y mejores notas. Era todo un desafío obtener solo notas en azul, lejos de los rojos y, por supuesto, de ese cero de la vergüenza. En pocos años y debido a sus evidentes progresos, fue saltando de salón en salón y pronto acabó la secundaria.
Estaba lejos del cero brutal y entonces pidió que le devolvieran el cargo de gobernador de Loreto. Allí se armó la cumbiamba, pues el que había quedado como encargado, el señor Darwin Paniagua, no quiso soltar el poder. El referido quería quedarse para siempre con la mamadera pese a que todos los años sacaba notas desaprobatorias, pero no arribaba el temible cero. En estos momentos ambos están en un juicio por el control del gobierno regional, mientras las notas en rojo siguen llegando de todas partes.