En meses y años que propiciamos la difusión de lo que ha sido la época del caucho ya son varias veces que escuchamos al Presidente de la República, Ollanta Humala, referirse a este período. “Loreto -ha dicho- es una región con historia, es la región más grande del Perú que tiene fronteras con Brasil, con Colombia y con Ecuador. En Loreto está la historia del caucho, de cómo se puede tener una riqueza que cuando no se cuida se acaba y se vuelve a la pobreza. Loreto era la perla del Perú y sin embargo cuando se acabó el caucho todo quedó en pobreza, olvido y aislamiento. Si ayer fue el caucho hoy puede ser el petróleo”. Y en el futuro vendrá un presidente a decirnos que lo del petróleo provocó riqueza y después pobreza. Así que aprendamos de la historia. Que nos la cuenten bien, en todo su contexto y sin ningún pretexto. Que tampoco nos quieran meter gato por liebre, que en aras de la elegancia y la buenavista no permitamos que nos engañen. Ni siquiera que traten de hacerlo. La del caucho es una historia fascinante, alucinante. Así que nos la muestren.
Gratifica saber que un jefe de Estado sabe lo que significó ese período en cuanto a bonanza y matanza. Ambas características deben ser conocidas por los pobladores, especialmente los estudiantes, que tienen la deficiencia de egresar del colegio con cero conocimiento de lo que hizo o dejó de hacer Julio C. Arana o ignoran que hubo un señor llamado Benjamín Saldaña Roca que tuvo dos periódicos desde donde judicializó la barbarie y tuvo que marcharse acusado de chantajista y enemigo de la patria. Y llegan a la universidad -donde la conciencia crítica se tiene que elevar a la potencia- sin que la estructura de estudio les imponga el interés sobre lo que hicieron nuestros antepasados. Que en esta tierra del Dios del amor que describe muy bien Raúl Vásquez se produjeron las matanzas más horribles que la humanidad desconocía y que los banquetes eran servidos por nativos pulcramente descalzos porque para ellos hasta los zapatos estaban prohibidos.
El caucho tiene que ponerse en agenda. No desperdiciemos la oportunidad. Hoy que en el Museo Amazónico se exhibe fotos de la Comisión Consular que navegó el río Putumayo y afluentes con Roger Casemet como pasajero intrigado y los jóvenes pueden sorprenderse con ese material gráfico escondido por un siglo. Que en el Colegio Nacional de Iquitos se muestra 55 fotos de ese mismo viaje y los alumnos de ese emblemático pueden ganar una laptop si el trabajo monográfico que redacte gana el concurso interno debemos alegrarnos por esa agenda. Y, con esos datos falsos y colocados sin criterio y usurpando fotos, el Museo Iquitos tiene que incentivar el conocimiento de la época del caucho con mayor énfasis. Esos esfuerzos, son loables y destacables. Vale pues que desde el Presidente de la República hasta los alumnos secundarios de Loreto se empeñen en conocer la historia. Y de alguna forma las autoridades vayan por ese camino.