El besuqueador

El besuqueador

El obstinado besuqueador, el perpetuo viajero sin destino conocido, el único degustador del sudado de piraña, el pintoresco alcalde de la pintona ciudad de Iquitos, don Charles Zevallos Eyzaguirre, puede hacer dos cosas después de leer la denuncia de esta edición. O continuar viajando en cualquier medio de locomoción, sin invitaciones a granel, sin jugosos viáticos y sin acompañantes todo terreno, hasta los confines del tiempo y del espacio: o en sus queridos parapentes elevarse con sus chivas y equipajes hasta el inicio de la eternidad.  Es decir, no volver más a su chacra, su fundo. O sea, Iquitos. No puede regresar haciéndose el loco ante las críticas, las otras denuncias, mostrando los improbables resultados de sus itinerarios. Pero si decide regresar al terruño de su mandato, tiene que poner los labios en remojo.

No para volver a besar a sus votantes. Para contestar a la presente denuncia. El destape publicado hoy sobre los desmanes de la presente gestión consistorial es una superación de la terrible frase del maestro Manuel Gonzales Prada, que no es un empleado edil, sino un grande prócer peruano, porque no solo salta pus, sino la herida, la costra, la gusanería latente de la corrupción. La red de larvas enquistadas en el cogollo edil, late allí, pulula allí, invicta y tenaz.

El animoso burgomaestre, hasta ahora, ha respondido a las críticas y denuncias con  cinco frases, diez pendejadas y nuevos recorridos y metidas de pata. Así hizo antes él mismo antes de ir a chirona. Nadie quiere ese destino de celda sin número y de cuatro esquinas desoladas para el santo varón que aspira al gobierno regional. Pero si don Charles Zevallos no se pone las pilas va a terminar devorado por las pirañas que no sudan la suya para llevarse la marmaja. Entonces, en vez del cargo de mandatario loretano, acabará en otros lares, que no es un fundo florido y floreciente sino lo que todos ustedes, lectores y lectoras, saben.