El bebedor del año
La prestigiosa revista Time, en 1938, metió la trompa, las patas y otros apéndices corporales cuando suscribió esa huachafería de nombrar al Hombre del Año. Después de consultar aquí y allá, de evaluar aciertos y destrezas, de sumar y restar, decidió que el premiado con ese galardón máximo era el señor Adolfo Hitler. El mismo de siempre, el asesino en serie. Semejante patinada no hubiera sucedido si ese medio hubiera tenido la sensatez de hacer cosas más importantes en ese entonces. La costumbre de andar eligiendo a los mejores, los únicos, los insuperables, no deja en paz a tantos de estos predios. Es una obsesión buscar a algunos paltos para dar la impresión de destreza y de eficacia en rubros que tienen que ver con algunos oficios.
En esa elección de feria de vanidades, que tantas veces tiene su costo, ciertos egos inestables se lucen con supuestas eficacias anuales. Se toman en serio y se creen el cuento de la superioridad. Pero tantos mejores, únicos, insuperables, no sirven para nada. Porque como sociedad andamos en la cola en tantas cosas. En la zona del descenso, en el aérea del peligro, en la región de la baja, y no hablamos del equipo albo. No es necesario repetir lo que tantas veces hemos citado en este editorial, en este diario.
Pero en honor a lo real, a las deficiencias que nos ganan cada año, se debería buscar a lo peor que anda por el primer lugar. En el consumo de la nutritiva, relajante y animosa cerveza, cuando no auspicia una borrachera, andamos arriba. Galopando cerca al puntero. O en la punta. No todavía sale la cifra del año pasado. Pero esos huachafos del hombre del año, del político del año, del empresario del año, deberían buscar al bebedor del año pasado que en este año ya está chupando. En serio, eso sería más verídico que tantas mentiras sobre destrezas ficticias y superioridades engañosas.
Oye Jaime, pero eso de elegir al «borracho del año» o «bebedor del año», es muy facil determinar, debe ser el que toma siempre y nunca o casi nunca gasta en una cerveza, ese es el «bebedor del año», porque siempre «chupa» y está como la «gallina vieja» porque núnca pone nada, y sabes dónde está esa persona?, entre los periodistas, es muy conocido, pregúntele a «Machico» Perea, él te puede decir al oído. OK, bye.
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