EL AUMENTO DESDEÑADO
El servidor estatal, el empleado de la gran ubre, tiene una pésima fama en cualquier parte. Insensible, descuidado, indiferente, pueden ser las palabras para calificarle en general, lo cual no impide las excepciones. Ese ser forma parte de algo mayor, de una burocracia frondosa, desmandada que cree que el puesto es su feudo, su territorio para que haga lo que le da la gana. Esa burocracia es este país y puede detener, desviar o acabar con cualquier medida importante. Contra ese abuso del puesto asegurado y del poder abusivo se levanta la famosa y nunca bien ponderada ley del servicio civil. La misma es un intento de modernizar a ese Estado que parece tan poco teniendo tanta gente en su planilla.
Los servidores estatales han respondido con protestas, marchas y el reciente paro. Un problema surge de inmediato. Estamos seguros que pocos han leído el tenor de la ley e ignoran los beneficios que trae. Solo se fijan en las exigencias que promueve. Y se asustan y se sienten amenazados. No quieren ser responsables del puesto y se resisten a ser evaluados anualmente. Así se creó un clima de conflicto agravado por los rodadores de bolas, por los rumores, por los supuestos que hablan de despidos, de copamiento abusivo de parte del gobierno de los puestos. Pero no son solo exigencias lo que trae esa ley.
Es la primera vez, que sepamos, que ciertos trabajadores protestan porque les anuncian que les aumentarán las remuneraciones. Es inaudito, pero es así. Lo que revela que existe mucha desinformación entre los protestantes. Revela, además, que el gobierno no difundió las bondades y los beneficios que trae el dispositivo. Así las cosas, estamos ante un desdén al aumento salarial, un rechazo al dinero prometido. Algo que solo puede ocurrir en un país como el Perú de varios metales y tanta melancolía.
Estimado, que fácil es para usted hablar de afuera, pero usted desconoce de la verdadera realidad al interior del aparato estatal, usted debe saber que no todos los que estamos en la administración pública somos malos o ineficientes, es como toda familia, hijos buenos y malos, debería reconocer que los peruanos en general, ese «sufrido» ciudadano cuando se acerca a una ventanilla quiere que le atiendan inmediatamente, no le gusta cumplir con las reglas que los pone el estado y no el empleado, finalmente termina «insinuándose» para que le atiendan rápido, ofrece y rompe manos, los mismos gobernantes hacen concursos para CAS totalmente arreglados, tratan de meter a sus «partidarios» ( o no es así?), entonces de que puede usted hablar si no conoce, y para su información si leímos y entendemos perfectamente lo que propone esta norma, usted como ciudadano debería empezar por entender a los que estamos adentro de la administración pública, que tenemos familia (seres humanos), que somos buenos, que somos y estamos bien preparados, la norma promulgada estimado es canallesca, aboslutamente arbitraria, como quisiera que esté un solo minuto en nuestro lugar, ah y no se olvide, la corrupción no viene del común y corriente trabajador de la adminsitración viene de arriba, allí donde posiblemente todos han acudido para conseguir propósitos, nobles y no tan nobles ciertamente. Podría decirle otras cosas más, pero espero entienda. Finalmente me permito preguntar quien es más corrupto: el que esta adentro o el que está en la calles, buscando «contactos» al interior de la adminsitración pública.
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