El implacable Manuel González Prada, ese incendiario irrefutable y tan vigente hoy en día en el Perú de la sospecha y la desesperación, dijo que entre nosotros donde se ponía el dedo saltaba un líquido indeseable conocido como pus. Este diario, de un tiempo a esta parte, viene sumergiéndose en esas aguas malsanas al tratar del caso de una cuestionada consultoría firmada y pagada, en una primera parte, por la Municipalidad Distrital de San Juan. En cada edición hemos ido desatando ese ovillo, con argumentos y con pruebas irrefutables. Después de consultas, de indagaciones, de pesquisas, es muy probable que hayamos encontrado a la madre de ese cordero. El vientre unificador de las personas que tienen que ver con ese sospechoso trabajo es la filiación política, la pertenencia a un mismo colectivo que tiene su sede en la vieja y decadente Lima.
En forma oficial, con datos que están en los portales correspondientes, conocemos ahora que el partido de la señora alcaldesa, Acción y Desarrollo Regional, está afiliado al partido descentralista Fuerza Social que tiene como integrante a Susana Villarán. El consultor es militante de la misma agrupación y, como para variar, el señor Roberto Tito Cunibertti también esta afiliado a esa organización. Esas tres personas suman entonces. Suman sin restas. Conforman una pequeña sociedad partidaria, enlazada por los mismos intereses, nutrida por parecidos ideales. Y, por supuesto, una vez en el poder no pueden dejar de formar tríos, no pueden dejar de darse la mano, y pueden asumir la redacción de consultorías. Después de todo, el Perú no es ajeno al partidarismo, el compadrazgo, el grupismo. Pero esas afinidades pueden fallar en cualquier momento. Y fallaron como consta en las crónicas que venimos publicando.
Para siempre no sabremos lo que diría ese peruano esencial y necesario, don Manuel González Prada, sobre este caso bochornoso donde saltan varias aguas malsanas, incontables torrentes putrefactos, donde se pueden encontrar viejos vicios de la forma de gobernar a estas gentes y a estos pueblos. Entre nosotros, es posible que todo quede en nada, que se olvide a un economista fungiendo de educador, que se borre el río Santa de las memorias, que no importe la evidente presencia de una mano negra y que todo vuelva a la normalidad. Pero en el alma de esta ciudad seguirá resonando, como un aullido que busca la debida justicia, el lapidario grito del autor de Páginas libres.