Los 22 millones que el gobierno del presidente Ollanta Humala entregó al señor Fernando Melendez apenas sirvieron para pagar el cebichito de ocasión, el cebichito ácido y sabroso que los afortunados trabajadores del gorel consumen con afán. La plata arribó sola, en sacos marcados por las siglas del partido gobernante, se quedó un tiempo en el mostrador del aeropuerto y luego partió hacia su destino y después fue entregado a su legítimo propietario. El dinero sirvió lurgo para pagar algunas deudas del gobierno Regional. Los cebichitos fueron conseguidos en los mejores restaurantes de la ciudad y eran unos platos más versátiles que cuqlquier otro plato preparado en las mismas condiciones de higiene y de sabor. Es de saber que hasta ahora quedan muchos cebichitos para ser consumidos en su momento adecuado. No habrá otra oportunidad para probar esos platos formidables.
Pero las más de las veces el dinero sirvió para pagar la deuda con los pobres trabajadores que han perdido su trabajo desde hace tiempo. Ello no quiere decir que se haya pagado a todos aquellos que hoy por hoy ya no tienen trabajo. Sucede que esos han sido ubicados en otro trabajo donde sufrirán los mismos maltratos de parte de las autoridades de turno. Ello es ahora una parte de la vida política de estos prados y abandonos, como si no existiera una mejor manera de tratar a los trabajadores.
Así mismo se supo que el ministerio de trabajo está viendo la manera de sacar a esos trabajadores de su calamitosa situación. Mientras tanto el gobernador ha contratado a más trabajadores para seguir sacando sus tajadas y poder comer el cebichito intemporal. A ese paso Melendez se convertirá en un verdadero sinvergüenza que no vacila en estafar a las personas de pocos recursos y escasos niveles educativos que son los más en nuestra región.