El anhelo del otro poder

En el litigio permanente  que también es nuestra pequeña historia local y aldeana, donde el infierno es más grande que el normal,  el Municipio de Maynas no se queda atrás. En estos tiempos de vaciante,  se ha convertido en la sede del tira y afloja, de dimes y diretes, en una disputa sin cuartel, en suma.  Dos facciones se rompen el alma para quedarse con el trono consistorial.  Los zevallistas y los guimistas. El reducido poder les es fascinante y la bronca tiene para largo. En el horizonte nada claro ni seguro, porque cada bando sale con cada cosa,   no se avizora ningún acuerdo, ninguna paz.

En medio de tanto zafarrancho, de tanta pelea encarnizada, de tantos argumentos traídos y llevados de los cabellos,  las trompas y las patas,   padece la ciudad abandonada.  El basural de todos los días es la mayor prueba de que el gobierno edil de Maynas hace agua por todas partes, como si una  creciente de otra índole le hubiera invadido. Ello significa, entre otras desgracias,  que los contribuyentes, los votantes, los ciudadanos, pagamos el pato. Como siempre.  Además de padecer, tenemos que soportales como si lo único que supieran hacer es pelear por las migajas, grandes o pequeñas, del poder menor.

Ese tipo de poder no nos interesa como medio y como periodistas. Lo ha dicho ya el director de ese diario. No estamos ni con uno ni con otro bando. Nos interesa el otro poder. El poder del ciudadano que está en embrión, que es una posibilidad más que un hecho. Lo que hacemos desde hace años es buscar ese bien común como una manera de salir de ese mangoneo de las autoridades elegidas o no que lo único que hacen a fin de cuentas es masacrarse entre ellos para medrar en esa fértil ubre, en ese pequeño poder.